ELECCIONES

La descomposición del PSOE y sus luchas internas, amenazado por un izquierda radical que pretende fagocitarlo; el PP y sus barones, que ni aparecen ni se les espera; la fuerza snobista de los antisitema; los separatistas, que quieren rompernos en mil pedazos para tapar sus miserias, y otros partidos residuales dibujan el panorama de los próximos comicios españoles. “¡Al diablo con vuestros principios! –les gritaría Disraeli– ¡Ateneos a vuestro partido!”. Y, no obstante, juzgo que jugamos a “repiñota” con nuestro destino. Lanzamos los cargos al aire y que los recoja el más espabilado. Como cuando para designar a quien comenzaba el juego ocultábamos una piedrecilla en el puño o tirábamos una moneda.
En nuestra mano portamos la gloria de decidir quienes ocuparán las instituciones. Superada la teoría del mandato imperativo, nuestra legislación únicamente reconoce que el elegido representa a toda la nación y no a uno de sus brazos o estamentos... Esta es la teoría. La realidad tozuda impone la lista del partido y su programa electoral.
Tanto jugar con la dignidad de la gente libre para concluir cuanto dijera Cantinflas, si fuera diputado: “Si me votas, entro; y si entro, salgo; y después que esté dentro, que me echen, si pueden, porque no pienso marcharme nunca...”. Si miramos alrededor comprobaremos cuanto hay de verdad en muchos cargos de alcaldes, presidente autonómicos, senadores, diputados y demás fauna representativa. Tipos que se apoltronan en sinecuras, olvidando a Aristóteles y otros tratadistas que advierten de que el poder corrompe.
Pero los mandamases conforme agarran por el pescuezo la gallina de huevos de oro, no quieren soltarla. Por eso algunos disimulan diciendo que el mejor destino de las urnas es romperlas. Y, sin embargo, ¡cuidado!, porque muchos dictadores alcanzaron el poder por votación popular. Como esos coletudos rogelios que no pararán hasta hacernos bolvarianos... No olvidemos, el voto es la sal de la democracia.

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