UN EDIPO REIDOR

En el teatro Rosalía de Castro, ciclo principal, compareció con dos representaciones y llenos, la Companhía do Chapito, desgranando, en clave de humor, el archiconocido mito “Edipo”. ¿Recuerdan? Hijo de Layo y Yocasta, reyes de Tebas, sobre quien pesaba la cruel maldición de asesinar a su padre, casarse con su madre y recorrer ciego las ciudades griegas hasta morir en Colono, lugar a donde fue trasladado por su hija Antígona. La fuerza del trágico destino vaticinado en toda su fiereza. Aquellas representaciones de teatro físico, porque el atropomorfismo era mercancía de primera calidad. Parricidio, amores incestuosos, enigmas planteados por la Esfinge, proclamación popular de la monarquía, suicidio materno, masoquismo... Hasta la moderna psiquiatría con Sigmund Freud a la cabeza ha estudiado, estudia y estudiará este complejo de culpa.
Pero aquí, rodeados de un escenario negro y desnudo, los tres excelentes actores –Jorge Cruz, Nadia Santos y Tiago Viegas– cogen los patines de la hilaridad y se lanzan por el escenario ofreciendo movimientos gimnásticos, funambulismo y contorsionismo en trío coral donde la obra contada se narra hasta el último detalle. No son solo los diálogos –predomina la prosa– sino que el mimo y la expresión corporal alcanzan técnica perfeccionista para interpretar y completar las palabras. Relucientes burbujas dramáticas sobre el espacio creado y bien dirigido por un inspirado José Carlos García.
Alegre y seductor espectáculo donde cooperan música, sonido y un singular diseño de luces de Samuel Rodríguez. El público disfrutó, pero echó de menos los programas de mano, pues se agotaron enseguida el segundo día... Dada la contextura teatral brindada, podríamos rematar con un epitafio en la tumba de de Edipo redactado por el genial Mihura: “Ya decía que este médico no era muy bueno”. 

UN EDIPO REIDOR

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