DILEMA MORAL

La compañía sevillana Fundición ofreció, con llenos y ciclo principal en el teatro Rosalía de Castro, dos funciones de “Tomar partido”, de Ronald Harwood, que plantea una disyuntiva crucial al espectador. A diferencia del teatro habitual, donde el tema ya se da resuelto, aquí se plantea un razonamiento entre dos términos contrapuestos de enormes consecuencias morales.
¿Es lícito colaborar con el enemigo? ¿A veces, como ocurriera en Francia con los colaboracionistas, no se utilizó para tapar la vergüenza de su capitulación? ¿Fueron mejores los exiliados de nuestra guerra incivil que quienes se quedaron aguantando el tipo, soportando el hambre y la dictadura o reconstruyendo el país destrozado como consecuencia de la contienda?
La obra busca un clima moral justificador de conductas. Así desde la última conflagración mundial (1939-45) el fracaso ha sido constante. Guerras, regímenes e ideologías se llevaron por delante las ilusiones que revive el argumento. Berlín, 1946, entre escombros, fracasos, muerte, holocausto y desolación, el comandante inglés –en su vida civil inspector de seguros– tiene que indagar a los artistas nazis que deben ser procesados, entre ellos el director de la Orquesta Sinfónica de Berlín, Wilheim Furtwangler, desde 1933 a 1945.
El investigado, gracias a otros personajes que lo definen, destila dignidad artística. Además la música, Wagner, anónimo y Beethoven –especialmente sinfonías quinta, tercera y novena– patean el escenario proclamando su excepcional hermosura.
Estupenda dirección de Pedro Álvarez-Ossorio, que capta el ambiente sórdido y deprimente de una gran nación vencida y humillada. Utiliza escenografía con espacio dividido en dos planos y se apoya en luz, proyecciones y sonido. Dejemos constancia del elenco sobresaliente: Sebastián Haro, Roberto Quintana, Emilio Alonso, José Manuel Paga, José David Gil y la transparente feminidad de Rocío Borrallo...

DILEMA MORAL

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