Coraje

Felipe VI, nuestro rey ecuánime y bien valorado, acaba de convocar elecciones generales para el 26-J. Nueva fiesta de la democracia. Otros comicios para el pueblo soberano se pronuncie renovando diputados y senadores. Pero también para que ese elector innonimado, lleno de sentido común, aplique el logos –razón– a la hora de defender sus libertades que son pan de cada día. Al margen de ideologías consustanciales a cada uno, visto lo visto, sin Gobierno, desnudos y a la luna frívola que coquetea inconsciente con el sol, conviene más que nunca echarle coraje a la papeleta individual que introduciremos en la urna.
Es arriesgado el trance. Debemos observar actividad decidida y equilibrada al arrostrar un peligro populista. Señuelos atractivos que nos darán tontos útiles o simples compañeros de viaje para quienes quieren destruirnos. Como algún ave de mal agüero que ya vaticina –si alcanza poder– censura, esclavitud y privación de derechos y libertades respecto a los que no acepten sus decisiones dictatoriales. Tal, por ejemplo, cuantos mamaron y piaron anidados en calificados medios de comunicación y ahora intentan poner límites a la “propiedad cruzada de radios y televisiones”. Englobo a simples opositores de Lenin y su concepto de libertad, encuadrados en Atresmedia y su coleta de Onda Cero, Antena 3, La Sexta, “La Razón” (incluidos “Los Mauricios”, Carlotti y Casals).
Odiamos demasiado. Nuestra envidia resulta esperpéntica y recalcitrante. Hoy mismo, en el vestíbulo de una entidad bancaria, escuché a tres cursis ejecutivos que con grandes aspavientos y risotadas criticaban al Atlético y Real Madrid pues no merecían jugar la final de la Champions. ¿Es posible que haya tantos majaderos? Por eso me aterra la nueva consulta electoral: ser tan estúpidos de derramar por el suelo nuestra democracia y su evangelio constitucional de 1978; susceptible, eso sí, de reformas y plataforma de lanzamiento…

Coraje

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