CONTRASTES ACIAGOS

Vivimos un mundo de contrastes difíciles de comprender. Emigrantes que buscan salida económica para sus existencias miserables, huidos de guerras y persecuciones que aspiran a refugiarse, exterminio de etnías y acosos raciales, mientras que los países prósperos se despueblan y sus índices vegetativos son caóticos. Unos tienen esperanza y vitalidad. 
Otros se desploman en decadencia ininterrumpida. Ahí está el medio millar de muertes más que de nacimientos registrados por la comarca coruñesa en los últimos diez años.
Hay algo maquiavélico y satánico en nuestra manera de conducirnos. Todos víctimas y verdugos. Como paralelo macabro de reservas alimentarias del bienestar el maleficio malthusiano de crecer la población en progresión geométrica y los recursos en aritmética. 
La terca realidad ha demostrado que tal teoría es errónea pero el número de seguidores que la defienden rebasa la cobardía de tantos pusilánimes. Igual que las algaradas callejeras marcando territorio frente a los conciudadanos que viven honestamente, no dañan a nadie y dan  a cada uno lo suyo. Piénsese en los atletas que participan en eventos deportivos celebrados en nuestra capital mientras unos pocos duermen el botellón y el vandalismo urbano. 
Son hechos diarios. El paso inexorable del tiempo. La afirmación del poeta modernista: juventud divino tesoro, ya te vas para no volver… Defecto físico que corrige el paso de las horas. La juventud no vuelve. 
Aspira nada menos que a cambiar el mundo. Ha sido siempre así. Jóvenes sin educación y respeto a los mayores, según reconocía Aristóteles, o quienes amaban el lujo, tenían manías y despreciaban la autoridad, como confesaba Sócrates. 
Pero ellos, sin embargo, tienen la llave de la puerta que accede al futuro. Por eso son tan necesarios para construir la pirámide de población inmediata… La energía es un antídoto de la depresión.

CONTRASTES ACIAGOS

Te puede interesar