LOS DOS CONEJOS

¿Monarquía o República? ¿Democracia parlamentaria o asamblearia? ¿Elección en las urnas o romper la libertad ciudadana adueñándose de la calle? ¿Galgos o podencos? Los dos conejos de Iriarte podrían darnos luz al ser cazados por los perros mientras discutían cuestión baladí.
¿Nos desintegramos o separamos? Tal deducimos respecto a nuestra patria peregrina hacia un ocaso que amenaza disolver seis siglos de unidad, aun cuando no podamos decaer porque ya nacimos decadentes, producto romántico de razas muy elaboradas y salpicadas de gloria.
Sin embargo, el romancero me dijo cosas, la Historia me informó sobre una empresa gestada por una tal Isabel de Castilla y su inteligente esposo, Fernando, al que Maquiavelo plagió como modelo de príncipe.
Cierto que los dioses nacían en Extremadura, fundábamos universidades, creábamos el derecho internacional, como Josués deteníamos el sol para alumbrar el imperio, los concilios de Toledo asentaban la democracia, asumiendo las cortes protagonismo ante el monarca –“Señor, nos que vamos tanto como Vos, e xuntos mas que Vos”– y el Siglo de Oro abría el idioma español plus ultra en el evangelio de Don Quijote.
Ahora algunos pretenden la independencia conducidos por Artur, patrón de yate, mientras olvida solucionar los problemas domésticos para que ha sido elegido. Río anacrónico copiado por otros que recogen las nueces de los árboles agitados por extremistas.
También por estos lares muchos iluminados ya seniles pretenden vivir una edad que no es la suya. Añadamos a ello las aportaciones mesiánicas de la izquierda antisistema y el tablero de ajedrez estará dispuesto con la presencia pusilánime de un Ejecutivo que goza mayoría absoluta…
Ignoro si ha llegado el instante donde debe intervenir un pelotón de soldados para salvar la civilización o convocar nuevas elecciones al objeto que nuestros representantes políticos no rompan las instituciones.

LOS DOS CONEJOS

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