CIVILIZACIONES Y CASTAS

Oferta de boda en Afganistán. Hombre casado de cincuenta años desea nueva esposa. Sonya. Dieciséis años, ojos almendrados, pelo brillante. Proporcionada, robusta, trabajadora. Sin posibles económicos y del mismo clan que el pretendiente. “Un anillo, un collar, pendientes y una pulsera, todo de oro rojo. La ropa que quiera, trescientos kilos de arroz, ciento cincuenta litros de aceite para cocinar, una vaca, unas cuantas ovejas y poco más de cuatrocientos dólares”.
Sé que no es preciso acudir a esas tierras para ver ofertas similares en nuestro mundo hipócrita. También resulta fácil comprobar los hechos novelados por Asne Seierstad –”El librero de Kabul”– donde su protagonista alude a libros quemados por los comunistas, el saqueo de estanterías por los “muyahidin” y la nueva hoguera de obras impresas a cargo de los talibanes...
Con su exótica infinitud, seguidismo coránico y guerra santa a mí esta civilización no m convence. Demasiadas negociaciones. Turbulencias. Sociedad que pugna por avanzar y siempre queda constreñida ante liberaciones complejas y llenas de obstáculos. Tradiciones centenarias rígidas. Donde los valores morales políticos religiosos –al menos para los europeos– son herméticos y profundizan los rincones más nímios de la conducta personal.
Más o menos la “casta” tan utilizada hoy en España como arma arrojadiza contra quien no piensa igual. Así la “casta” se hace “clase” de alcance peyorativo, patente de corso para abordar a la derecha intelectual. Por ahí trasquila borregos Pablo de Podemos intentando blanquear la corrupción etarra por jueces o magistrados que sentencian realidades irreales donde las víctimas son verdugos y los verdugos ángeles... Urge un peliculero Visconti –texto Tomás Mann, música Mahler– para filmar una España que no se nos muera. Amorosa. Esperanzada. Democrática contra tanta demagogia y populismo. Sin apretar el gatillo de su ruleta rusa...

CIVILIZACIONES Y CASTAS

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