Una cita ineludible

No se pierdan la extraordinaria película que ofrece estos días nuestra cartelera, “Una cita para el verano”, dirigida e interpretada por Saymour Hoffman. Belleza y armonía. Amor sin recovecos. Leal. Sincero. Romántica sin sensiblería. Una fabulosa y convincente Amy Ryan le da réplica y juntos se enfrentan al mundo sórdido y lúgubre del Nueva York prohibido por Hollywood en sus producciones. Una ciudad mezquina, obsesa, donde la vida crece entre basura, drogas, alcoholismo y prostitución.
No obstante conviene recordar, como hace el autor, que la rosa florece del estiércol. Tal este canto cinematográfico sublime cuando las palabras se acortan, las miradas hablan y la música se hace imagen para definir situaciones dramáticas. El pasado 2 de febrero la policía encontró en su apartamento de Nueva York, el cuerpo sin vida de este último gigante cinematográfico, víctima de sus graves depresiones, drogadicción, alcoholismo y tristeza. Jeringuilla al brazo y restos de heroína como pasaporte a ninguna parte. ¿Qué pensaría Saymour Hoffman en este último trance? ¿Dónde guardaría su profunda elegancia espiritual y superación operativa de que tanta gala hacen sus protagonistas al desarrollar esa hermosa y sencilla obra que golpea nuestro corazón? Dios o la nada. El poder y la servidumbre, la inocencia y la perversión, la grandeza y la sumisión, el amor y el odio. Quizás en este mundo circundante radique su trágico destino. Persiste en escarbar su interior adoctrinado por la pasiones y reacciones humanas. Son impulsos sin objetivos concretos ni sistemas tipo Aristóteles y Hegel. Acaso conforme sucedía a Valéry sabía demasiadas cosas.

Una cita ineludible

Te puede interesar