CATILINARIAS FUTBOLERAS

Algunos pretenden ser idiotas y casi lo consiguen. Pero no a la manera del príncipe de Dostoyevski, Mischin, un todo de ternura moral, alma andante ungida de amor místico por la Humanidad, sino como imbéciles abrasivos, mentecatos, estúpidos, bobos y majaderos que han llenado de ridículo estos días las páginas de deportes de los periódicos españoles. Así Gaizka Garitano, entrenador del Eibar, que en rueda de prensa , al terminar el partido de fútbol en Almería, no se le ocurrió cosa mejor que asar la manteca y hablar vasco. Insulto a sus compatriotas además de demostrar coeficiente nulo de inteligencia; desoyendo el refrán “donde estuvieres, haz lo que vieres”, esforzándote por que tu interlocutor te comprenda por palabras y signos.
Deben ser cosa de estos separatistas de vía estrecha y nuevo cuño que han perdido orientación de la liga donde juegan. Porque ha estado a echarles un capote ese Kalikatres sapientísimo, Pep Guardiola –otrora integrante de la selección española–, hoy practicante de inglés, español, catalán, aunque para sus discípulos del Bayern de Munich chapurreando alemán y vista traje folclórico teutón. “Se pueden hablar mil lenguas”, pontifica. ¡Hombre, desde luego, pero estoy seguro de que ese cocinero al servicio de un club wagneriano no habla catalán cuando en ruedas de prensa inquieren periodistas!
Y la tercera pata del pollino nos la da un viejo conocido asturiano, Luis Enrique Martínez, entrenador del Celta y hoy del todopoderoso Barcelona, trepa cuarentón, que aprovecha para profesar catalanismo y defiende al patriota Gaizka Garitano... Dudo si quedarme en si son débiles mentales, con desarrollo intelectual infantil o si resultan tipos molestos, inoportunos e indiscretos. Los tres atesoran en sus egos mucha estupidez, pero carecen de la ingenuidad ética del personaje del maestro ruso: desnudez de alma que convence y nos hace ser mejores. 

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