ARRIMAR EL HOMBRO

No es reproche. Sí advertencia a los jugadores del Depor que perdieron el fin de semana con el Mirandés. Lo sé, penalti injusto y encima el árbitro no sancionó con pena máxima una falta en el área local. Pero deben entonar el “mea culpa”. Sin acritudes sacar consecuencias –acá nadie regala nada– y el suelo es resbaladizo. Si la afición rebasa el diez y los nuevos directivos –sin comerlo ni beberlo– se enfrentan a un durísimo proceso concursal, los jugadores están obligados a dar el do de pecho. Las “habichuelas” hay que ganarlas día a día con entrega profesional que, traducido a román paladino, significa sudar la camiseta hasta el pitido final… Y también incluimos en ello al buen entrenador de Castrofeito y algunas de sus propuestas como el fallido fichaje de Sissoko, retirándolo del primer equipo sin opción entre quiero y no puedo. Recordemos que los experimentos son muy peligrosos y ni con gaseosa funcionan.
Sé que ascender es difícil. Por eso no podemos bajar la guardia ni distraernos. El fútbol es un deporte con todas sus glorias y frustraciones. Los postes pueden escupir balones, una mala cesión, el resbalón inoportuno, la falta de puntería precipitan el desastre. No obstante, hay que prodigar los ataques sobre la portería ajena. Dos tímidos disparos durante el último partido no justifican a nadie.
El fútbol es arte, inteligencia, serenidad, paciencia y geometría para manejar los tiempos del encuentro. Ya quisiera yo contar con once “Nadal” vestidos con elástica blanquiazul. Y no sólo por su sabiduría y eficacia –que también–, sino porque sabe crecerse en el infortunio, cree en sí mismo y su entrega es absoluta. Valga como enseña a nuestro equipo del alma, el lema chino que el manacorí lució en su camiseta tras alcanzar el oro tenista en Pekín 2008: “Cuanto más duro es el adversario, más dulce es la victoria”.

ARRIMAR EL HOMBRO

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