ARQUIVOLTAS

La Coruña, conforme devora su tiempo real, se acerca más a la sabiduría. Quizás exagero y lo que hace es volverse más introvertida. Sosiego, equilibrio, serenidad, bouquet, sabor. Bueno y aromático vino en barricas de roble americano. Tal sensibilidad depara marca y señorío acunado por sus mares azules y verdes, los fuertes vientos que la abrazan desde el horizonte infinito  o la lluvia que lava y asea una hermosura natural sin afeites ni pinturas.
Frente a tanto peripatético transeúnte que utiliza el vocinglero móvil para contar sus andanzas y miserias, La Coruña, guarda ese silencio que analiza categorías para ofrecer lo mejor de sí misma. Comercio, industria, turismo, servicios, magistratura. Sabe mirarse y medirse. Se contempla y pondera posibles acciones. Hay que saber escuchar. Dicha una palabra nada la detiene, como la honra derramada al suelo mediático y social. Para semejantes casos no valen títulos ni famas, pues el mal está hecho y conviene profundizar en el destino elegido. La filosofía griega en el ejemplo de la tortuga y la liebre nos recuerda que gana la carrera quien corre más despacio. Alguien ha dicho que la característica de nuestras horas es que envilecemos la enseñanza y vaciamos los monasterios. Simplemente, ad exemplum, ya el rector de Ciudadanos promete, si alcanza poder, legalizar la prostitución y el tráfico de drogas, ¿será para cumplir con las mafias explotadoras del mundo global?
Nuestra ciudad –ahí está su capital humano y principal fuente de energía– mantiene la reflexión de la lectura. Con bolígrafo para anotar cuanto considere primordial. Porque los twitter, e mail, facebook y otras comunicaciones sociedad anónima pueden ser útiles indicadores pero no servirán para aprender esa cultura que formará nuestro carácter. Arquivoltas esenciales. Molduras que decoran y mantienen el paramento exterior del desarrollo racional herculino.

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