APOTEOSIS BLANQUIAZUL

Al redoble del tambor. Firmes. Dadivosos. Indesmayables caminan Constantino Fernández y su junta directiva del R. C. Deportivo de La Coruña. Sin pedir nada a cambio. Renunciando a sueldos y otras prebendas de buen fario. Enfrentándose a cien tormentas para navegar hasta el vellocino de oro. Ni los concursos de acreedores, deudas multiplicadas, sueldos sin pagar han arredrado a esos esforzados del éxito. Aristocracia de servicio del equipo de Riazor como gobierno de los mejores, aunque tampoco olvidemos la limpieza de sangre que corre por sus venas. Si por los hechos los conoceréis ahí  está  su endiablado palmarés ganado a fuerza de sentido común, trabajo, abnegación y sacrificio.
Piano piano se va lontano. El caso es no pararse so peligro de quedarse atrás. Si retrocedemos ha de ser para coger carrerilla y dar el salto. Cada paso debe ser una meta sin dejar por eso de ser un paso. Economía saneada. Deudas en plazos asequibles. Jugadores llenos de ilusión por participar en la mejor liga del orbe. 
Y con el número doce una afición entusiasta, inasequible al desaliento, para vivir cien primaveras triunfales. Arriba los corazones que cantaba el viejo campo al ascender por primera vez a la división de Honor con el “Jalisco nunca pierde y si pierde no es en casa”. Glorioso cuarto puesto mascullado en aquellos graderíos de madera con “muchachos... hoy es nuestra tarde y ganaremos”.
Los tiempos son otros. La globalización, crisis económica y precios prohibitivos de jugadores enredan todavía más los pies del gigante y amenazan tirarlo por los suelos. 
Pero esto es fútbol y todo resulta posible, David venciendo a Goliath o las trompetas derribando las murallas de Jericó –¿recuerdan el empate en Barcelona contra el mejor equipo del mundo?–. Únicamente urge proponérselo. 
Los milagros no consisten en superar las leyes de la naturaleza, sino en creer la doctrina ideológica que aportan.

APOTEOSIS BLANQUIAZUL

Te puede interesar