Aporías futboleras

Creo que el mejor homenaje que se le puede tributar a Cruyff es a su fútbol creativo y a la lógica insondable que rodeó la sociedad española donde ha fallecido. Admiramos la compensación y el juego entre líneas de sus alineaciones. Fidelidad a uno mismo sin milongas ni motos vendidas sin garantía. Siempre marcar un gol más que el equipo contrario. 
El resto son hipocresías y memeces como cuando Nuñez o echó de entrenador del Barça y Rosell, Bartomeu y otros sicarios le retiraron los honores concedidos por el club azulgrana. 
Ahora todos se apuntan a la elegía, a los elogios sin tacha, al reconocimiento del fútbol mundial a su memoria. Tartufos de vía estrecha que hacen gala de una hipocresía estúpida, cruel y tontorrona como si quienes recordamos los acontecimientos nunca los hubiésemos vivido…
En Johan Cruyff se concreta el relativismo de una época definida por el buenismo de los políticamente correcto y consecuentemente aporías sociales transmitidas por el balón. Problemas especulativos que ya están aquí mientras las democracias, de brazos cruzados, lloran a sus víctimas. Todo lo más ceremonias religiosas, varias velas, flores y muchas lágrimas de impotencia. Porque podría ser una nueva invasión de los bárbaros que aportasen vitalidad, trabajo y espíritu solidario, pero nos ha sobrevenido una civilización medieval, anclada en la negación de los derechos humanos, que asalta nuestra manera de vivir y quiere exterminarla. Son las fracasadas revoluciones árabes, la inacción europea, convertida en hortera sociedad de tenderos, pues no ha conseguido liderar un destino común dotándose de los medios necesarios para ello: ejército y fuerzas de seguridad. Quizá sigue esperando que las naciones que la integran se pueblen otra vez de cementerios americanos y su liberación corra a cargo de los impuestos del Tío Sam…
Esta vez no será así. Quien quiera peces que se moje el culo. 

Aporías futboleras

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