AMANECER SERENO

Después de los trágicos sucesos padecidos por Galicia estos días debe imponerse serena paz. Tras la tempestad la calma. Así debe ser por grande que sea el dolor que corroe el corazón. Tenemos que recordar las pocas sonrisas que hayamos disfrutado frente a las copiosas lágrimas derramadas. No indagues el porqué de mi tristeza, diría el estoico, sólo quiérame...
Y también respeta mi sosiego cuando el amanecer, tal día como hoy, se posa blandamente sobre nuestra ciudad. Pues vivir na Cruña e bonito para andar de baranda e dormir de pe. Atrás, al entrar en la urbe, se ven las ventanas abiertas y las camas sin hacer. O irse de esmorga o borrachera ante la opción de entrar en la ciudad de noche o en el cielo de día.
“Si me encuentras en la soledad de la noche oscura –Mario Benedetti, dixit–, no me preguntes nada, solo acompáñame”. Pues vivir en La Coruña constituye un auténtico arte a disposición de sus vecinos y de cuantos tienen el privilegio de visitarnos. Un estimulante que acelera los latidos del corazón. Piénsese en nuestros grandes pintores con el mismísimo Pablo Picasso que vivió en Payo Gómez, paseó la calle Real y en ella ofreció su primera exposición.
Además recuerden a Román Navarro, Sotomayor, Labra, Lugrís, Tomás Pereira, Villar Chao, Abelenda, entre otros muchos nombres, junto a singulares arquitectos que diseñaron con notables edificios el rostro de Marineda incrustándole su reconocida y diáfana luminosidad para humanizarse más todavía.
Es la burguesía herculina. Nuestra clase media en término más preciso, alejada de aquel personaje de Moliere que aspiraba ser gentilhombre, porque el coruñés acepta que la vida, al ser arte, es pasión y debe vivirse hasta apurar la última gota de la botella con singularísima alegría y entereza.

AMANECER SERENO

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