Segunda jornada y clausura del VII encuentro de música coral Fonseca en la iglesia de los jesuitas. Lleno. Maestro de ceremonias y batuta incombustible Joaquín María García de Dios, apaciguando murmullos, ruidos y esos molestos móviles que rompen siempre la serenidad del silencio. Quizá un pelín excesiva la duración del concierto.
Tres conjuntos con aceptables participaciones: Coro Sancta María Maris, Coro Gaos y Coro Cantabile, dirigidos, respectivamente, por Daniel G. Artes, Fernando L. Briones y Pablo Carballido del Camino. El primero actuó con la orquesta de cámara de la Escuela Municipal de Música –pocos instrumentos, pero acoplados y firmes– acompañados por la ejecución primorosa de Alexis Díez González de Mendoza, el segundo a capella y el primero con Alberto Miguélez al piano.
Negros espirituales llenos de brío explosivo. Villancicos variados: vascos, galeses, americanos, gallegos, extremeños y ucranianos. Piropos ofrendados al que nace en un pesebre. Halagos, reconocimiento, poesías y cantares. Dios está con nosotros. Aunque no comprendamos su presencia real, la libertad existente que tolera las mayores injusticias y el silencio divino. Es el misterio oculto que nace en Belén para humanizarse y extender sus manos protectoras sobre nosotros, razón permanente y consoladora de la alegría cristiana.
Como remate final, tras la entrega de recuerdos a participantes y colaboradores necesarios, los tres coros, fundidos conjuntamente bajo la dirección del maestro Artés, cerraron con un triunfal “Aleluya” y un espléndido “Adeste fideles”... No olvidemos que en esta providencial nebulosa subyace la explicación de las desgracias que asolan a la criatura humana por haber perdido al “hijo de la promesa” y, sin embargo, también como Abrahan tenemos que ser capaces de esperar contra toda esperanza.