EL SOCAVÓN QUE DESCUBRIÓ EL TEMPORAL

Hace unos días saltaron a la primera plana de la prensa local los daños causados por el temporal, pero no fue lo que dañó al paseo. En muchas ocasiones la madre naturaleza da un preciso aviso sobre la negligencia cometida por el hombre, que realiza la obra, pero abandona su mantenimiento. Esto es lo que aconteció con el socavón de Rubine. El temporal dejó al descubierto lo que pudo haber sido una gran tragedia de la hoy estaríamos lamentándonos de no ser por el certero aviso, ya que el asfalto se hubiese hundido al paso de vehículos y viandantes. Cosa que por fortuna no aconteció, de ahí, la sabiduría de la naturaleza en avisar al hombre de su torpeza y negligencia en el cuidado de las cosas.
Por el lugar, antaño pasaba el llamado arroyo de Rubine o Riazor, conocido por ambos nombres. El cual tiene su origen en los altos de Santa Margarita y en el estío suele quedar completamente seco, pero en la temporada de las estaciones lluviosas puede reunir un buen caudal de agua. El 26 de marzo de 1903, el pleno municipal ve una solicitud y proyecto presentado por don Manuel Barja, en concepto de presidente de la Sociedad Cooperativa Eléctrica Coruñesa, para instalar una bomba de succión que recoja el agua sobrante del arroyo que pasa por debajo de la avenida de Rubine y el andén de Riazor y llegue a perderse en el mar. Con el tiempo este arroyo se canalizó a la alcantarilla, pero no se tuvo en cuenta el resto de la canalización ni si la tubería estaba en condiciones. Se ve que el arroyo seguía su cauce y buscó una salida natural al mar, pero como los desagües quedaron obstruidos por el constante vertido de áridos en el arenal, lo que hizo el arroyo fue agrandar su concavidad de retención, mientras lentamente bajaba al mar. Como en el estío carece de caudal y con las lluvias caídas en tan breve espacio de tiempo su caudal acumulado acabó por arrastrar el suelo arenoso de toda aquella zona de playa, hasta que el temporal lo puso al descubierto. Lo que puede acontecer en otros casos similares de suelo arenoso y con filtraciones de agua permanente.
La fachada de Rubine-Riazor se acometió hace más de cien años y el paseo marítimo unos treinta;  desde entonces, nada se hizo para verificar las corrientes del subsuelo de los manantiales, arroyos y reflujo marino, cuando el suelo del centro de la ciudad es inestable y conformado por un inmenso arenal que va desde la Marina al Orzán-Riazor y desde la Franja hasta Juana de Vega. Los rellenos lo componen Sánchez Bregua y Linares Rivas, por un lado, y los Cantones-jardines de Méndez Núñez, por otro.
Recomendaría a los concejales que componen el arco municipal, que leyesen un poco más la historia local de la ciudad y, en particular, a los actuales, porque no saben ni dónde están ni para lo que deben estar. Las cosas tienen su nombre, su inicio y fin. A La Coruña se la defiende como buen coruñés gracias a la reputación ganada a lo largo de la historia.

EL SOCAVÓN QUE DESCUBRIÓ EL TEMPORAL

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