ESCULTURAS ABANDONADAS

Cualquier ciudadano que pasee por nuestros parques y jardines se dará cuenta de inmediato del serio abandono en que se hallan las esculturas que en el lugar se levantan, como más significativas son las del centro de la ciudad, solo hace falta una ligera observación para comprobarlo.
A Coruña ha sido una ciudad cuidadosa con los personajes que en ella han tenido cabida y por tanto se echa de menos su atención, esmero y puesta en valor de todas estas históricas esculturas, la desidia municipal desde hace unos años a esta parte, se ve que no repara en ello y, tampoco parece tenerse en cuenta, desde la primera legislatura de Paco Vázquez.
Pasando por el bipartito de Losada-Tello y finalizando por Negreira, ninguna de estas corporaciones desde 1982 ha tenido delicadeza en realizar el mínimo esfuerzo en promover una mejor visión de nuestras esculturas, es el caso de  Pondal, un precioso busto de mármol y lápida del mismo material.
Que decir del monumento a Castelao, inaugurado en 1986, realizado en gratino y en pésimas condiciones. Lo mismo acontece con el Doctor Hervada, del que hace tiempo desaparecieron las letras de su dedicatoria, al igual que en la mayoría de las esculturas existentes en la ciudad.
       Prueba de ello fue la dedicada a Pardo Bazán, que hubo que sustituirla, ya que la de mármol blanco, había llegado a recibir 350 golpes vandálicos. La de Murguía, corrió la misma suerte de las demás y hoy sobre el granito rosa debía aparecer la inscripción “Murguía 1833-1933”, pero no existe. Otro tanto acontece con la de Juan Fernández Latorre, uno de los fundadores de “La Voz de Galicia”, que también carece de inscripción, porque algún graciosillo vandálico se la llevó.
Tampoco se salvan los mayores monumentos de la ciudad, los dedicados a Eusebio da Guarda, el primero con que contó la ciudad y los de Concepción Arenal, Daniel Carballo y Linares Rivas, todos ellos abandonados por desidia municipal y los actos incívicos de quienes sustraen como si fuesen trofeos, sus dedicatorias, es el caso de Eusebio da Guarda y Concepción Arenal, así como el abandono institucional en la reparación y arreglo de todos ellos, principalmente el de Daniel Carballo y Linares Rivas.
       Esto es solo una muestra de lo mal que está nuestra cultura histórica y el poco valor que aquellas corporaciones dedicaron a nuestro patrimonio, sin olvidarnos del deteriorado Jardín de San Carlos, cuyo conjunto representa para la ciudad y sus visitantes que a menudo se acercan a aquel idílico lugar, en particular los británicos, la sensación de un severo abandono institucional.
Veremos si la nueva corporación pone más interés en reparar todos estos conjuntos y elementos culturales que pueblan nuestros espacios públicos por el buen nombre de la ciudad.

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