El caso Espinar

Tiene visos de convertirse en un caso espinoso que tensa la relación entre la cúpula y las bases de Podemos; además Espinar hecha más leña al fuego, cuando se cree una víctima del poder económico. Cuando debería considerarse un actor en dicho caso, urdido y exprimido hasta el final. No puede ni debe esconderse en disculpas de ineptitud, cuando acusa a los demás de corruptos. ¿Acaso él no está dentro de ese calamitoso círculo? Tanto denunciar la corrupción en la vieja escuela y también la hay en la moderna. Quizás la de ahora sea más preocupante, debido a que no reconoce la culpabilidad de sus actos realizados para enriquecerse utilizando las leyes de las que ellos recelan, pero que sirven para que, burlando sus recovecos, hacer negocios impropios de los servidores públicos.
Lo que tendría que hacer Espinar es dimitir de inmediato, porque cuanto más alargue la situación llegará a un punto que esta se haga insoportable para él y terminará bien por marcharse, finalizando su carrera política o podrá ser expulsado por las repercusiones que afectarán al partido en el ámbito social y político, que harán retraer a los votantes al sentirse engañados de la actitud de esta nueva casta política, que pensó en llegar para quedarse, pero que a este paso acabará sin alcanzar ninguna de las metas propuestas y con una división interna que hará saltar el círculo morado por los aires. Lo que empieza como una simple tormenta, si no se toman medidas contra el causante, acabará convirtiéndose en tsunami de grandes proporciones.
Los votantes del círculo morado depositaron sus ilusiones en una generación que llegaba con un aire nuevo a la sociedad, pero al paso del tiempo el desengaño es tan grande que el propio Espinar se ha convertido en una espina para su propia formación, que tendrá que dejar de defender lo indefendible y poner la ética en su sitio y no tenerla por los suelos. La ética es el pilar fundamental en que se sostiene la sociedad en su conjunto y Espinar la ha obviado. Esto debe tener un coste político y no escudarse en argumentos que solo conducen a que empeore su situación y que su credibilidad toque fondo, porque ahora, por mucho que lo intente, todo lo que diga será para empeorar su propia situación.
La mentira es mala consejera y no aceptar la realidad de los hechos, desvirtuándolos, le hace ser rechazado por la sociedad, pese a que de forma temporal crea que tiene el apoyo político de su formación, que no lo tiene, es una forma de decir; la culpa es de los demás, un claro error de principiante. No existe tal causa-efecto. La culpa es del actor que se extralimitó en su papel pensando que había hecho un negocio redondo a costa de los recovecos legales y que le reportó una cantidad de suma importancia, de entre 20.000 y 30.000 euros; fue un acto lucrativo en toda regla, se mire como se mire, de modo que por muchas excusas que vierta, nadie en su sano juicio le creerá y Podemos tiene ahora una espina clavada, o reacciona o se verá metido en el mismo saco que los socialistas y los populares. No vale divulgar los reproches de la nueva casta contra la vieja; algunos buscan en la política lucrarse, si es posible.

El caso Espinar

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