Falsos culpables

Cuando ocurren desgracias, los Estados actúan de diversas maneras que pasan desde asumir la responsabilidad hasta echarle la culpa, incluso, a la propia víctima. Y, para ello, no se duda en seguir los famosos principios de la propaganda según Goebbels: individualizar al adversario en un único enemigo al que se le cargan los propios errores; si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan; acalla las cuestiones sobre las que no tienes argumentos y disimula las que favorecen al adversario, contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines...
Política propagandista que se viene aplicando, cual “anillo al dedo”, a casos como los del ébola, donde se culpabiliza a la propia víctima, “la enfermera”, y no a los responsables políticos y a su “chusca” manera de llevar a cabo los protocolos sanitarios. El caso “Alvia”, donde se exonera a los altos responsables de mantener la seguridad en las vías del tren estigmatizando como único culpable al maquinista; siendo obvio que si existiera el sistema de seguridad ERTS en el tramo donde se produjo el descarrilamiento el tren hubiera disminuido automáticamente su velocidad, abocando tal carencia a una merma de la protección máxima exigida en todo transporte. O el caso del “juez Silva”, en donde se juzga a velocidad de “rally” su expulsión de la carrera por tener la osadía de meter preventivamente en la cárcel al banquero Blesa, el de los “agujeros negros” de Bankia, Caja Madrid y, más recientemente, las tarjetas “blak”. Atrevimiento que le ha supuesto una condena a 17 años de inhabilitación, contra el voto discrepante del presidente del tribunal, que, solicitando su absolución, ilustra una verdad como un templo: “en la práctica diaria son centenares las veces que los tribunales de apelación acuerdan la libertad provisional de quien ha recurrido ante ellos la prisión preventiva, sin que ello traiga para quien la acordó consecuencia penal alguna”.
En definitiva, que, en una suerte de aplicación del denominado “Derecho penal del enemigo” tenemos a tres: la enfermera, el maquinista, y el juez. Y es que, al fin y al cabo, es una máxima jurídica la que dice que “la igualdad consiste no solo en tratar por igual lo que es igual, sino también en tratar desigual lo que es desigual”. ¿Me explico?

Falsos culpables

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