EL ABORTO DE GALLARDÓN

Si algo hay que reconocerle al Sr. Gallardón es la maquiavélica capacidad que tuvo para hacer creer a la mayoría que poseía un talante liberal y moderno dentro de la derecha que para nada tenía que ver con su verdadera y demostrada condición ultraconservadora, alineado con la iglesia y las clases más pudientes, a quienes se viene dedicando a proteger a “capa y espada” con la implantación de una justicia para ricos y otra para pobres a base de nuevas y elevadísimas tasas judiciales para litigar, disparatados indultos, o normas, en suma, que como el reciente anteproyecto de ley del aborto hará “prácticamente imposible” abortar con garantías en España.
El aborto será delito salvo en dos supuestos: que el embarazo sea “fruto de una violación” (alegable en las primeras 12 semanas); o que genere un “grave peligro para la vida o la salud psíquica de la embarazada” (alegable en las primeras 22 semanas). Desaparece el supuesto de “malformación, enfermedad incurable o anomalía fetal incompatible con la vida”, que con una u otra formulación ha existido durante tres décadas; y que, en Europa, sólo Malta e Irlanda prohíben. Además, desde una concepción “paternalista” de la justicia, no habrá castigo para la mujer, sólo para el médico.
Así las cosas, la cruda realidad sin duda avocará a que sólo las mujeres con recursos puedan abortar sin riesgos en acondicionadas clínicas extranjeras; como se venía haciendo en tiempos pretéritos. Las demás lo harán en el marco de la sórdida clandestinidad, con el consiguiente riesgo para la salud y la vida de las embarazadas, en todo caso, forzadas legalmente a tener un hijo en indeseables condiciones físicas y/o psíquicas.
Recuerdo en mi adorable época de estudiante, en Santiago de Compostela, finales de los setenta principios de los ochenta, prohibición absoluta del aborto y de despachar las farmacias anticonceptivos sin receta, como era “vox populi” que muchas de las múltiples estudiantes embarazadas iban a abortar a Portugal, a una clínica ubicada en la Plaza de la Independencia, en Oporto, a 25.000 pesetas el aborto. El ginecólogo, por supuesto, se forró. Como lamentablemente se forran algunos siempre que el Estado prohíbe actitudes o “vicios” consustanciales a la naturaleza y libertad de decisión del ser humano

EL ABORTO DE GALLARDÓN

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