El no tan caro reequilibrio

solamente desde un pacto a fondo, generoso, imaginativo, entre el Gobierno central y los gobiernos autonómicos lograremos el reequilibrio del Estado, perdido tras años de abusos centrípetos y centrífugos. Hablo hoy, desde luego, del pacto presupuestario con el PNV, que, a base de un trato fiscal y económico que quizá otros podrían calificar de injusto, y otros llamaríamos poco transparente, permite sacar adelante, si nada imprevisto ocurre, las cuentas del Estado.
Escucho algunos comentarios que dicen que el acuerdo con los vascos y, quizá, después con los canarios “nos va a salir muy caro al conjunto de los españoles”. Puede que sí: las cesiones sobre el pago del cupo van a ser onerosas, parece . Puede que también un pacto fiscal con la Generalitat, al que habrá que llegar algún día, redunde en detrimento de las finanzas andaluzas, extremeñas o cántabras –Revilla amenaza con demandar al Estado por los débitos con esta comunidad–. Puede que así sea. Incluso puede que probablemente sea así: habrá que hacer números. Pero me da la impresión de que la inestabilidad permanente, la falta de una contabilidad exacta de los dineros territoriales, los abusos autonómicos y locales, habrán de costarnos mucho más que los arreglos fiscales y económicos bilaterales a los que el Gobierno tendrá que llegar para reequilibrar de una vez un Estado cada vez más desequilibrado.
¿Ejemplos? Hay muchos. No, no puede ser que el vicepresidente de un Gobierno autonómico que ha establecido decenas de embajadas por el mundo se lance por su cuenta y riesgo a recorrer Estados Unidos en busca de inversiones para su terruño. Y, por cierto, quien suscribe también visitó un día –pagándoselo de su bolsillo, claro– al alcalde de Miami, Tomás Pedro Regalado, gracias a la intercesión de unos amigos del “Miami Diario”. Y obtuve lo mismo que Junqueras: un papel declarándome ciudadano honorario de Miami. Nada de apoyos a reivindicaciones separatistas, como Junqueras ha pretendido hacer creer, tal vez para justificar el dispendio de su viaje inútil, siendo rápidamente desmentido por Regalado.
Pues eso: que basta ya de fraccionar el Estado en múltiples mini-estados que pretenden su propia política fiscal, exterior, de seguridad y, si les dejan, de Defensa, bordeando en ocasiones el ridículo y rayando en la guerra de taifas.
La Generalitat, como lo ha hecho Ajuria Enea, tendrá que entender que una negociación bilateral, refrendada luego por otra multilateral en la Conferencia de Presidentes autonómicos y finalmente contando con el beneplácito de Europa, va a proporcionar más beneficios a los catalanes que la pervivencia de esta estéril ficción que supone el procés. Y el resto de los españoles tendremos que entender también que los perjuicios de la guerra autonómica serán siempre mucho mayores que esos gastos derivados de un pacto. Yo, como periodista y como ciudadano, solo pido que esa negociación se haga con rigor contable y, por supuesto, con mayor transparencia que hasta ahora.

El no tan caro reequilibrio

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