No salvan, pero ayudan

Esto me recuerda a aquel referéndum sobre la OTAN, treinta y un años ha. El clima era de extrema tensión y la movilización social, intensa. El Gobierno de González, que antes había combatido la entrada de España en la Alianza Atlántica, se volcó en favor del “sí”. La televisión era un hervidero, como las radios y como todos los medios de comunicación; no se hablaba de otra cosa. Al final, ganó el “sí”, aunque por un exiguo 52%. Y ¿dónde está el paralelismo que usted busca con el 1 de octubre?, me preguntará alguien. En los manifiestos, solo en los manifiestos, le respondo.
Toda guerra está precedida por manifestaciones y manifiestos. En Cataluña, se manifiestan hasta los alcaldes vara en mano, protestando contra las injerencias de un Gobierno al que quieren tachar de antidemocrático porque trata de que se cumplan las leyes. En el resto de España sigue la indiferencia como si nada pasara. Pero el aire se llena de manifiestos. Los tenemos de jueces, de constitucionalistas, de actores, de escritores, de intelectuales... Casi todos condenando la antijuridicidad de la votación.
No sé si todos estos manifiestos, junto al bullir de las redes sociales, van a tener alguna utilidad. No la tuvieron aquellos textos, aquellos mítines, aquellas páginas de publicidad por el “no” en los diarios, cuando lo de la OTAN. De poco sirvió que algún afamado cantante, que ahora, por cierto, guarda silencio en su Barcelona natal, pidiese el “no”, que, de entrada, había proclamado el Gobierno que ahora pedía el “sí”. El caso fue que González, aun con Fraga pidiendo inexplicablemente la abstención, ganó y ahí estamos, en la OTAN.
Y ¿quién se acuerda de aquellos días de tensiones, discusiones, artículos y reflexiones? Pues eso. Al menos, hubo movilización social, se movió algo una parte, mínima, de la bostezante mayoría silenciosa. En los próximos días vamos a tener mucho más de lo mismo: legalidad versus insurrección, dramatismo y especulación en las columnas y más o menos normalidad en las calles. Quizá algún golpe de efecto, salido de La Moncloa o de algún punto del mundo, que no olvidemos que Rajoy viajará al extranjero, incluso a ver a Trump.
Tampoco sé si esos golpes de efecto serán eficaces, porque ¿qué más tiene que pasar en Cataluña para que la sociedad civil despierte, para que los comerciantes, los empleados, los funcionarios que ahora ya saben de dónde van a cobrar, se rebelen contra un estado de cosas absurdo? Ya se ha atacado al Parlament, se golpea la libertad de expresión, se desprecia lo que digan los jueces, los juristas, se ha saciado el cáliz de la corrupción oficial, se ha mentido y se han dilapidado fondos públicos en cosas absurdas. Ya una organización antisistema, que no sería tolerada en ningún país democrático, como la CUP, se ha adueñado de la calle. Ya está el miedo a hablar libremente clavado en corazones y cerebros. Ya en todas las cancillerías se preguntan si estos españoles están locos o qué.
Y ahora todos miran hacia el hombre que, ajeno a manifiestos y alharacas, tiene en sus manos  la solución o la perdición. Yo espero que Rajoy no se haya equivocado en sus cálculos cuando dice que no habrá referéndum. Bueno, no estoy tan seguro, pero voto, #1oEstafaAntidemocratica, por que acierte.

No salvan, pero ayudan

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