Pellizcos de monja

Raúl Romeva, consejero de Asuntos Exteriores, viene de inaugurar en Lisboa una nueva delegación de la Generalidad en un edificio situado en una de las zonas más caras de la capital portuguesa. Ya son a ocho las “embajadas” abiertas por los gobiernos catalanes. Ninguna autoridad portuguesa asistió a la inauguración. Tan claro lo tienen las autoridades portuguesas que para que no hubiera equívocos que su Ministerio de Asuntos Exteriores emitió un comunicado en el que subraya que el único interlocutor de la República de Portugal en las relaciones bilaterales con España es el Estado español representado en Lisboa “exclusivamente por la Embajada de España”. El “conçeller” Romeva no ignora lo dispuesto por las leyes españolas. También las conoce el presidente de la Generalidad entonces, ¿por qué lo hacen? Porque ése el objetivo. Seguir con el engaño que supone el llamado “proceso”. O con farisaicos rasgados de vestiduras tras haber escuchado a la Fiscal General del Estado proclamando algo tan “sorprendente” como que tiene intención hacer cumplir la ley. Sucede en vísperas de una “Diada” que no parece tener tan movilizado al personal como sucedió hace un año. Intentan calentar la espera porque analizan las encuestas y son conscientes de que cada vez hay más gente cansada del discurso independentista. Cansada también de los políticos. Cada vez se fían menos de ellos. Máxime cuando loque pretenden es desbordar la ley de un Estado democrático como España intentado culminar el llamado “proceso” de desconexión.  

Pellizcos de monja

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