Iglesias se la juega

Quien censura se postula así que quien se examina el martes en el Parlamento ante toda España es Pablo Iglesias. No Mariano Rajoy. La naturaleza de la moción de censura es así: para evitar el eventual vacío que se derivaría de la hipotética censura a un Presidente del Gobierno sin propuesta alternativa quien sube a la tribuna con la piqueta debe, además, ir provisto de paleta. Paleta de albañil, por seguir con la metáfora, pues está obligado a construir todo un programa de gobierno alternativo. Ni es fácil, ni está alcance de todos.
Tenemos el precedente de las dos mociones de censura que hemos conocido. La primera la presentó el PSOE en 1980 contra el Gobierno de Adolfo Suárez y fue Felipe González quien se encargó de defenderla. Lo hizo en dos registros: censurando con dureza las políticas de la UCD, señalando el agotamiento político de Suárez y, lo más importante, defiendiendo un programa y unas políticas alternativas. El PSOE perdió la votación pero su líder, Felipe González, cuya oratoria causó una notable impresión, había dado el primer paso para lo que vino después: el triunfo aplastante del Partido Socialista en las siguientes elecciones.
Cuando en la segunda moción, el censor (Antonio Hernández Mancha, PP) centró sus intervenciones en denunciar los casos de corrupción que afectaban al Gobierno de Felipe González y no fue más allá de la tarea demolición presentando un programa de gobierno alternativo creíble, se hundió. Sus propios correligionarios le desplazaron.
Pablo Iglesias corre un gran riesgo. Sí se limita a censurar los muchos casos de corrupción -por otra parte, motivo más que suficiente para justificar la moción-, perderá el debate y la ocasión de presentarse ante los ciudadanos como un candidato presidencial creíble. Otro tanto puede suceder sí se equivoca en el tono y sube a la tribuna a montar un mitin. El Parlamento no es una asamblea de facultad o el incendio dialéctico que precede a los escraches. Perdida la votación por falta de apoyos (el PSOE se abstendrá o votará que no) Pablo Iglesias se la juega en una moción que fue diseñada para poner en evidencia al PSOE. Calculó que sería Susana Díaz y no Pedro Sánchez el nuevo líder de los socialistas y calculó mal. Se equivocó ayer y puede equivocarse mañana.

Iglesias se la juega

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