La decisión de Cospedal

En puertas de celebrar congreso, en el PP no se mueve una hoja sin mirar qué cara pone Mariano Rajoy. Las conjeturas se tejen alrededor de un eventual relevo en la secretaría general. Pero que nadie espere grandes titulares en la Prensa. La administración del poder que da el BOE tiene vacunado al partido de la derecha española frente a las tensiones cainitas que debilitan a sus rivales.
Es tan plana la expectativa de debate que como único elemento discordante se habla, ya digo, de si María Dolores de Cospedal debería o no dejar la secretaría general del partido visto que es la nueva ministra de Defensa y mantiene la presidencia del PP castellanomanchego. Hay quien opina que dado el carácter marcadamente institucional de la encomienda ministerial no debería mezclarse con las tareas propias de la gestión de los asuntos del partido. Otros opinan que no pasaría nada porque las cosas siguieran como están, pero, en definitiva todos están a lo que diga Rajoy.
Es un caso único de liderazgo líquido. Más que imponer su criterio es hombre dado a dejar que las cosas se decanten por sí mismas. Siguiendo el consejo de Gracián deja que sea el tiempo quien resuelva. En este caso es probable, pero no es seguro, que esté esperando que sea la propia María Dolores de Cospedal quien decida. No parece que vaya a ser presionada por Mariano Rajoy, el único que podría hacerlo. Los comentarios proclives a la incompatibilidad de cargos proceden más de los medios que del propio partido. En el PP no hay “jóvenes turcos”.
Los defensores de la incompatibilidad argumentan que no es posible estar un día volando en un Hércules en ruta hacia Iraq o el Líbano para visitar a los soldados que cumplen misiones internacionales y a la vuelta ocuparse de los problemas que puede tener el PP de Alicante o el de Cuenca.
Ni van más allá, ni parece que hayan trascendido lo suficiente como para crear estado de opinión. Así las cosas, será la propia María Dolores de Cospedal quien deberá interpretar el pensamiento de Mariano Rajoy porque del Presidente -reconocida esfinge- nadie espera que dé su propia opinión sobre este asunto.

La decisión de Cospedal

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