Lo que se avecina

Ala vista del panorama que se avizora tras la próxima investidura de Rajoy: dificultad del PP para aprobar los Presupuestos, fragilidad del PSOE para actuar como partido referente de la oposición y anuncio por parte de Iglesias del traslado a las calles del debate político, no hace falta ser un lince para pronosticar que se avecinan tiempos revueltos. Si vamos a una legislatura en la que los plenos se van a contar por broncas, a la larga, la convivencia se va a resentir. 
El escrache contra González es un síntoma. Dadas sus normas y reglamentos, a los recién llegados a las instituciones el Parlamento les resultante castrante. Vienen de asambleas en donde no siempre sale victoriosos quien más razón tiene sino quien más grita y eso no es posible en el Congreso. Se diría que a Podemos el trabajo parlamentario se les queda corto. Iglesias, su líder más reconocido, se declara impaciente a la vista de la distancia que media entre la aprobación de una ley y no digamos una proposición no de ley y su traslación al BOE. Por eso proclama que solo desde el poder se puede transformar la realidad. Fue esa impaciencia la que arruinó el acuerdo con el PSOE le exigió a Sánchez la vicepresidencia y seis ministerios a cambio del apoyo a su investidura. A Errejón, el segundo de a bordo, le hemos escuchado palabras más templadas acerca de cómo plantear la agenda de la próxima legislatura. Pero tengo para mí que es mucho el interés de determinados medios en subrayar las diferencias en el discurso entre los líderes de Podemos. A la hora de la verdad no hay tal división. Este movimiento tiene claros su objetivos. El primero reemplazar al PSOE al frente de la izquierda. Después, intentar hacerse con el poder. Y a esa tarea se van a dedicar con tenacidad. Por eso digo que se anuncian tiempos políticos revueltos.  

Lo que se avecina

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