Negreira I, el mudito

Sigue Carlos Negreira, alcalde, aún, de La Coruña, empecinado en no confirmar si pidió al teniente de alcalde, Julio Flores, imputado en la operación Pokémon, que no dimitiese y continuase en el gobierno local. Imposible arrancarle a Negreira ni un solo vocablo en este orden de cosas. Eso sí, afirma Negreira que “todos los días” habla con sus concejales, para que trabajen. He aquí su parrafada íntegra: “Hablo todos los días con todos los concejales y siempre les animo a seguir trabajando duramente (¿?) por los ciudadanos, porque se lo merecen, Hay muchas inquietudes que resolver”. ¿Habla todos los días con todos los concejales? O sea, que sólo en el bla, bla, bla, ya se va media jornada. Acaso por eso las cosas están como están en la ciudad. Si Pedro, el apóstol de Cristo, negó tres veces al Maestro, Negreira eludió hasta cuatro veces de una sola “tacada” confirmar si le pidió a Flores que no dimitiera. Normalmente, cualquier alcalde defiende su escaño o su sillón como gato panza arriba. Pero, raramente, en este caso, el bueno de Negreira parece empecinado en echar basura sobre su propio tejado al hacerse víctima propiciatoria de su propio silencio y todo ello a diez meses escasos de que el pueblo acuda de nuevo a los comicios y llene las urnas de protestas, de dudas, de pataleo ante el pasteleo de que está siendo objeto.
Dice el aún alcalde que “todos los días les pide a sus concejales que sigan con el máximo interés las inquietudes que tienen los vecinos”. Pues bien, Sr. Negreira, en estos momentos una de las máximas inquietudes de los vecinos es saber a ciencia cierta si, efectivamente, están gobernados por gente maravillosa, insobornable, limpia de polvo y paja y capaz de resistir cualquier tentación, cualquier soborno, cualquier caída o sí, por el contrario, hay en la corporación alguna oveja negra, algún político de tres al cuarto, algún ser no del todo inmaculado en materia de sobres y usted ya me entiende.
Eso, eso es lo que inquieta en este momento a los vecinos de La Coruña, gente educada, gente paciente, gente noble, pero gente con muy buena memoria y que sin duda recordará ciertas cosas el 25 de mayo próximo

Negreira I, el mudito

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