Montoro habla cual loro

“Salveos Dios, ducado de a dos, que “mesié” de Chevers no topó con vos”, se decía de aquel recaudador de Carlos V que ducado que veía, ducado del que se apropiaba. Hoy en día, el Chevers de turno es el ministro Montoro, cuyas diatribas, salidas de tono, “zocadas” y meteduras de pata ya vienen a ser el pan nuestro de cada día de los sufridos españoles. Hasta el periodista y notable analista político Casimiro García-Abadillo se ha referido a un problema llamado Montoro. Y es cierto y verdad que algunos ministros han criticado las salidas de tono de Montoro, que preocupan a la propia vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Todo el mundo dice ya que el titular de Hacienda ha arrinconado su perfil de técnico para asumir un papel más político. A estas alturas ya se puede decir que el actual ministro de Hacienda ha hecho dejación de sus funciones al permitir que Cataluña financie con dinero público gastos que tienen por objeto movilizar un proyecto secesionista que se nos antoja profundamente desleal a la Constitución y que nada tiene que ver con la soberanía popular.
El tal Montoro, en el colmo del cinismo, aceptó el concepto de déficit a la carta que venía mendigando la Generalitat. No debemos olvidar, por otra parte, que la deuda de Cataluña con el Estado español se eleva prácticamente a 17.000 millones de euros, como ha dicho el Banco de España.
Pero Montoro, papá Noel con sonrisa de hiena, ha repartido, como regalo de Navidad, un nuevo tramo del Fondo de Liquidez Autonómico para Cataluña. Y mientras, ¿Rajoy?: muy bien, gracias. Pero Montoro está en horas bajas. Sus meteduras de zueco han provocado malestar en el Gobierno. Se está comportando como un elefante en una cacharrería, poniendo chinitas a un gabinete que ya tiene problemas como para parar un tren. El colmo de sus estupideces aconteció cuando dijo que los medios de comunicación acudían a su despacho a contarle sus problemas con la Agencia Tributaria.
Hasta el portavoz pepero, Alfonso Alonso, le llamó “vehemnente” y otros diputados peperos dijeron que “se quedó corto en el calificativo”. Pero mientras el presidente Rajoy  no tenga lo que hay que tener y lo ces, los españoles seguiremos soportando las necedades de Montoro, salvo que –y hay precedentes– nos salgamos de madre y actuemos.

Montoro habla cual loro

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