AQUELLA LUCHA LIBRE

Acaba de morir Félix Lamban, campeón de lucha libre. Lo ganó todo en este deporte espectáculo, incluido, en 1954, el título mundial.
A la vieja plaza de toros de La Coruña, de la calle de Médico Rodríguez, acudió en varias ocasiones y en Marineda hizo las delicias de los cientos y cientos de aficionados que acudían a presenciar las veladas de lucha libre, aún cuando sabían a ciencia cierta que había en los combates una buena dosis de tongo. Con todo y con eso, los batacazos que se propinaban los luchadores hacían que en no pocas ocasiones diesen con sus huesos en el hospital.
Los buenos aficionados –muchos de ellos, felizmente vivos–, recordarán, sin duda los nombres de Sotelo, Polman, Moyán, Tupac, Amaru, o el increíble luchador coruñés Manolito Corral, afortunadamente vivo, que es poseedor de una historia humana increíble. Sobrino del que fue notable político gallego e ilustre jurista, Manuel Iglesias Corral, el luchador Corral tenía un físico de autentico Tarzán. Fue, además. Chofer de diplomáticos en París, buceador empedernido y con una capacidad pulmonar sin igual, buscador de tesoros, recuperador de buques, amante de la buena mesa, jugador de naipes aficionado pero genial, padre amantísimo y esposo ejemplar y buen cantante.
Éste coruñés de excepción llevaba el nombre de La Coruña en letras doradas en el batín de su uniforme de luchador. Y en París le jaleaban de la siguiente manera: “Y ahora, el bello Manolo Corral, nacido en La Coruña, donde hay una Torre”. Y salía Manolito: 128 kilos de peso y ágil como una centella. Solía ganar los combates en el 2º asalto y en La Coruña realizó un carrerón.
Aunque siempre amante marido, las francesas se lo rifaban en el ring y fuera del ring.
Que viva muchos años y a Lambanque Dios le haya dado eterno descanso.

AQUELLA LUCHA LIBRE

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