¿DÓNDE ESTÁ LA ALEGRÍA?

Creo que fue la “chaparrita” Soraya Sáenz de Santamaría la que vino a decir, más o menos, que en las calles ya se notaba cierta alegría. Será en la calle de su chalet, porque lo que es en las calles gallegas acontece lo contrario. Doña Soraya me recuerda a aquel caricato argentino, Pepe Iglesias “el Zorro” que llorando, después de narrar una serie de tribulaciones, acababa diciendo: “Hay una alegría en casa, qué jolgorio” y venga a llorar. Doña Soraya, igual. Porque leo que el 60% de las familias gallegas no pueden pagar vacaciones, que uno de cada cuatro hogares gallegos padecen pobreza energética, que la Fundación Amigos de Galicia teme que los comedores se conviertan en guetos, que 22.000 hogares no pueden mantener su vivienda en una temperatura adecuada, que los gallegos siguen apretándose el cinturón, que entre siete y diez enfermos renales en Galicia regresan cada año a diálisis por fallo del trasplante, que la CIG acusa a Sanidad de eludir el impacto del copago en la salud de los pensionistas, que el rector de Vigo lamenta las “políticas equivocadas” para retener el talento y advierte de que la mala situación laboral de los titulados no es culpa de las universidades.
Así, “ad infinitum”. Pero la guinda al postre tuve que ponerla cuando casi me da un soponcio cuando leí: “Los gallegos son quienes menos confían en políticos, jueces y policías”. Además, “los gallegos se declaran los más insatisfechos con sus vidas, sus trabajos y sus relaciones”. Los gallegos son los más insatisfechos con las áreas recreativas y zonas verdes con las que cuentan en sus lugares de residencia y, a mayor abundamiento, estamos al rabo de España en cuanto a satisfacción respecto a tiempo libre disponible.
Así pues ya ven los amables lectores cómo rezuman de alegría nuestras calles y plazas. No sabemos qué hacer con tanta satisfacción, con tanto derroche de placer. Y menos en La Coruña, donde acabamos de inaugurar  kilómetros y kilómetros de cemento. Creo que de un momento a otro vamos a levantarle un monumento a nuestro feliz alcalde.

¿DÓNDE ESTÁ LA ALEGRÍA?

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