CRISIS DE GOBIERNO

Arranca la segunda fase de la legislatura. Marianico el corto afirma que la situación del país es abismalmente mejor que cuando él se hizo cargo del poder. Todo va mejor, dice el gallego, “olvidando” que desde que él entró en La Moncloa se han destruido 1.050.000 empleos, según la Encuesta de Población Activa. A finales de este “febreiriño corto” llega el debate del Estado de la Nación, que será el momento de inflexión clave del año político y acaso acontezca la coyuntura sobre cambios en el Gobierno, asunto que ya se trató en la convención de Valladolid. Casi siempre un debate de la nación significaba cambio de ministros y en el Gobierno hay varios que no es que estén algo quemados, es que están ardiendo.  
Absolutamente destrozado está José Ignacio Wert. Se dice que salta Arias Cañete, pero para ir a Europa. Es el ministro de los yogures caducados y de las duchas “por parroquias”. Otro ministro con perfil europeísta es García Margallo, pero no parece estar por la labor. Otro importante cambio que está sobre el tapete se refiere a De Guindos que podría ser presidente del Eurogrupo. Pero esto acontecería en julio y tomaría posesión en noviembre, con lo cual De Guindos podría seguir enviando periodistas a tomar por retambulfa. En la hoguera más recalcitrante se encuentran ministros inútiles y, es más, perjudiciales para Rajoy. Se llevan la palma la señora Mato, auténtico mueble político. Tampoco está como para echar cohetes Ruiz-Gallardón, que ha alborotado el gallinero nacional. Fátima Báez, ministra de perfil bajísimo, está ahí porque en el mundo tiene que haber de todo. Y, entre otros problemas urgentes, Rajoy tiene que afrontar el tema del nuevo presidente del PP en Andalucía.
Es cierto y verdad que el PP se está desangrando en Andalucía, en tanto gana fuerza y prestigio la nueva presidenta del PSOE, Susana Díaz. Y alto está claro y axiomático: sin obtener un buen resultado electoral en Andalucía, que es la comunidad mas poblada de España. El PP nunca podrá ganar las elecciones generales. Así pues, señor Rajoy, aplíquese en cuento.

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