DOLOR Y SUFRIMIENTO

El dolor es el daño, sufrido o experimentado, por una agresión o molestia aguda que padece la persona y que dura y perdura hasta que desaparece, o se elimina la causa que lo produce. Afecta principalmente al cuerpo físico u organismo de la persona.
El sufrimiento, en cambio, es el malestar que sufren las personas, tanto físico como sicológico, emocional o mental, que produce tormento y desesperanza. En su curación influye, no sólo superar el dolor, sino la especial actitud del ser humano y su capacidad para soportarlo y, sobre todo, olvidarlo.
El dolor duele; el sufrimiento martiriza y desespera. El dolor deja cicatrices, el sufrimiento huellas en el alma. El daño lo sufre quien lo padece; el sufrimiento puede sentirse, incluso, por el padecimiento de los demás. El dolor vive en el “aquí y ahora”. Es algo real, sensible y experimentable. El sufrimiento vive en el presente, el pasado y el futuro y se residencia en la mente.
El dolor se extingue cuando cesa la causa que lo produce; el sufrimiento subsiste en el recuerdo como un mal difícil de olvidar.
El dolor y el placer lo experimentan, tanto los humanos como los animales irracionales; pero éstos últimos experimentan el dolor pero no el sufrimiento. Los humanos sufren por lo que ocurrió, ocurre o piensan que puede o va a ocurrir. Los animales carecen de esta facultad. Sin embargo, huyen, por instinto, de experiencias que les fueron adversas y provocaron dolor. Así ocurre con el llamado “pastor eléctrico” que protege la superficie de las fincas y los pastos con cierres de alambre con corriente eléctrica de baja intensidad.
El sufrimiento no se identifica sin más con el dolor físico, pues sus efectos alcanzan y se extienden a cualquier otro tipo de malestar o disgusto. Muchas veces, el temor al dolor hace sufrir mucho más que el propio dolor, lo que ocurre por haber tenido o conocido previamente una experiencia dolorosa.
Para los cristianos, el sufrimiento es la máxima entrega de fidelidad a Dios, cuyo hijo unigénito fue “crucificado”. Así lo expresa el teólogo Ignacio T. Lucero que concluye afirmando que “sin el sufrimiento de Cristo, es locura tratar de entender el sufrimiento del hombre”.
Lo mismo expresa la bienaventuranza según la cual “dichosos los que sufren porque ellos serán consolados”, según San Mateo. 
En consonancia con lo anterior, tiene perfecta aplicación la frase de Buda de que “el dolor es inevitable; el sufrimiento, opcional”, pues éste, evidentemente, depende más de la voluntad del que lo siente o asume que de la realidad física que aquel produce.
Finalmente, Alejandro Jodorowsky afirma que “el dolor es un aspecto inevitable de nuestra existencia, mientras que el sufrimiento depende de nuestra reacción frente a ese dolor”. Como caso singular y extremo de esta reacción puede citarse la decisión y actitud de los mártires que prefieren aceptar y sufrir el martirio, por muy doloroso que sea, antes que abjurar de sus ideas.

DOLOR Y SUFRIMIENTO

Te puede interesar