EN DEMOCRACIA NO HAY DOGMAS

La democracia es esencial e intrínsecamente, antidogmática. No pretende adhesiones inquebrantables ni fidelidades permanentes e invariables. Por eso es incompatible con el pensamiento único y la falta de pluralismo político. Rechaza por igual, tanto el mesianismo como el providencialismo político, por negar, ambos, la participación activa y voluntaria del ciudadano en la vida política. La democracia no es un “corpus” ideológico fijo e inmutable. Reconoce y garantiza la alternancia en el poder. Su gran conquista reside en el hallazgo feliz de un sistema o procedimiento, racional y pacífico, de resolver el ineludible “conflicto” que acompaña al ser humano en su vida de relación social.
La democracia se funda, en un solo principio que puede considerarse la clave el arco de toda su arquitectura política: la ley de la mayoría, como fórmula de dirimir las diferencias mediante el acuerdo, previamente aceptado por todos, de respetar y acatar la decisión que se adopte por la mayoría del cuerpo social o censo electoral.
Si rigiese la utópica ley de la “unanimidad”, la democracia no existiría ni sería necesaria, pues, es evidente que unanimidad y conflictividad son conceptos que se excluyen mutuamente. Negar el conflicto es negar la realidad porque aquel es inseparable de ésta, dada la deseable variedad y no uniformidad del pensar y actuar humanos. Por eso, la democracia es un sistema eminentemente práctico que huye, tanto de las utopías como de la fantasía. Tampoco formula verdades absolutas o a priori que debamos creer sin discusión.
Precisamente, Fernando Savater afirma que el conflicto es inherente a la naturaleza humana, al tipo de sociedad que nos hemos creado y que nos sirve para progresar.
En la sociedad tienen que darse conflictos, sigue diciendo Fernando Savater, “porque en ella viven hombres reales, diversos, con sus propias iniciativas y sus propias pasiones. Una sociedad sin conflictos, concluye el citado autor, no sería una sociedad humana sino un cementerio o un museo de cera”.
La democracia no es la que provoca los conflictos sino que parte de su realidad histórica y actual para encauzarlos y resolverlos, evitando sus excesos y aprovechando sus logros.

EN DEMOCRACIA NO HAY DOGMAS

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