VOLAR CON MALAYSIA

Empiezo a pensar que esto de subirse a un avión es más peligroso de lo que creía. Al menos, si viajas con Malaysia Airlines, que lleva un añito fino. Y solo estamos en julio…
Primero, perdieron un vuelo, pero no como lo perdemos el resto de los mortales cuando no llegamos a tiempo y nos cierran la puerta de embarque; lo perdieron literalmente y aún no han sido capaces de encontrarlo por tierra, mar o aire.
Se supone que está en el fondo del mar, en algún rincón del Índico, aunque no haya ni el más mínimo rastro. Y, cuando empezaban a recuperarse de la desgracia, pierden otro Boeing 777.
El agente de seguros de la compañía debe de estar al borde del infarto, si no ha presentado ya la dimisión.
La diferencia es que en el primer caso es un presunto accidente y, en el segundo, un supuesto ataque. La duda estriba en saber quién apretó el botón, aunque los boletos se los están llevando todos los milicianos prorrusos. Entre otras cosas, porque chulearon en Twitter –me impresiona esto de que los señores guerrilleros, entre bomba y bomba, actualicen las redes sociales– de haberse cargado un avión. Claro que ellos creían que era un Antonov 26, un objetivo militar, y al final iba llenito de civiles.
Conste que no veo bien que los titulares destacasen que entre las 298 víctimas viajaban varios científicos a punto de encontrar la cura del sida, porque los muertos son muertos, incluso en el caso de que a bordo viajara el elenco completo de Hombres, Mujeres y Viceversa.
Lo más probable, según analistas como Fernando Rueda, es que los rebeldes se dieran al vodka de garrafón o que no tuvieran el libro de instrucciones del complejo sistema BUK que se usa para lanzar misiles, capaz de diferenciar perfectamente un avión civil de uno militar.
El caso es que los hijos de Putin tienen toda la pinta de haber metido la katiuska hasta el fondo y por eso les ha faltado tiempo para agenciarse las cajas negras-naranjas.
No nos engañemos, si las víctimas no fueran blancas le hubiéramos dedicado dos telediarios a la noticia y nos hubiéramos olvidado. O si hubiera caído en Sudán de Abaixo.
Pero la zona es estratégica porque ahí tenemos o marco entre Occidente y Rusia. Y porque tiene el gas que Europa necesita cada invierno para ver cómo sufre el resto del mundo calentita en el sofá.

VOLAR CON MALAYSIA

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