VIDA INTELIGENTE

Enfrascados como hemos estado durante las últimas semanas en temas tan terrenales como las elecciones municipales y las posteriores tomas de posesión de los alcaldes, se nos han escapado algunas noticias de esas que no van a las primeras páginas pero que también tienen su encanto. Sobre todo para los que somos aficionados a mirar hacia arriba siempre que no hay nubes, algo especialmente complicado en los cielos gallegos. La nave Philae, que la Agencia Espacial Europea logró depositar en el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko –Churi para los amigos– despertó después de una siesta de siete meses.
La cosa se comunicó, como ya se hacen todos los anuncios oficiales, a través de Twitter. Por si no lo sabían, todas las naves que andan por esos mundos de Dios tienen su propia cuenta que, obviamente, lleva el personal de Tierra, ya sea de la NASA o de la Agencia Espacial. Es especialmente recomendable la de la Mars Rover Curiosity, ese robot tan parecido a Wall-e que anda recorriendo el Planeta Rojo y que la semana pasada celebraba el nuevo año marciano con su gorrito y sus serpentinas. El aterrizaje de Philae sobre Churi le quitó protagonismo a Curiosity pero, con su letargo de siete meses, ya casi nadie se acordaba de ella… Hasta que hace dos semanas volvió a dar señales de vida. A 320 millones de kilómetros y con un retardo en los mensajes de 17 minutos, pero con vida.
Su misión, averiguar más datos sobre los orígenes de la vida en nuestro planeta, algo que puede parecer trivial pero que nos ayudará a entender mejor por qué estamos aquí.
La conquista del espacio nos ha traído muchas más ventajas de las que conocemos. Al margen de los experimentos que se desarrollan, por ejemplo, en la Estación Espacial Internacional –muchas de ellas sobre el genoma o el sistema inmune de la mosca de la fruta, que luego tendrán aplicaciones en humanos–, disfrutamos hoy en día de inventos que se lograron cuando salimos a ver otros mundos: los pañales desechables, la comida preparada o el GPS, sin ir más lejos.
Mientras aquí abajo nos peleamos por ver quién mete la pata antes en Twitter o por airear los trapos sucios del rival, por no entrar en consideraciones aún peores, consuela saber que, al menos fuera de este planeta, todavía queda algún signo de vida inteligente.

VIDA INTELIGENTE

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