Presidentes y cerdos

Hace años que aquella frase de “la realidad supera siempre a la ficción” se nos queda pequeña. Cuando a Ibáñez, el de Mortadelo y Filemón, se le ocurrió dibujar un avión empotrado contra una de las Torres Gemelas no se le podía pasar siquiera por la imaginación que, unos cuantos años después, la viñeta acabase siendo real de la manera más trágica posible. 
Hace cuatro años, la serie Black Mirror, en su primer capítulo, fantaseaba con la idea de que el primer ministro británico, para salvar la vida de la princesa de Gales, acababa por ceder al chantaje de mantener relaciones sexuales con un cerdo en televisión ante todo el país, que era el extraño rescate que pedía el grupo terrorista que secuestró a la muchacha. Y, cuando todos creíamos que se les había ido la pinza del todo a los guionistas, salta la noticia de que, según una biografía no autorizada, el primer ministro británico –el de verdad, David Cameron– introdujo sus genitales en la cabeza de un cerdo, en una especie de ritual-novatada durante su etapa de estudiante en la Universidad de Oxford. Bien es cierto que el animal de Cameron estaba muerto y que la faena no se retransmitió en ‘prime time’, pero no me negarán que la coincidencia es más que curiosa. 
Dejando al margen la cerdada, el libro, del que el Daily Mirror ha publicado ya algunos estractos, no deja quedar precisamente en buen lugar al político británico. Tampoco es que cuente nada escandaloso, salvo este breve escarceo necro-zooófilo, sino que, supuestamente, fumaba porros y tenía cocaína en su casa. 
Teniendo en cuenta que el autor es Michael Ascroft, al que Cameron había prometido un cargo que no le dio, quizás no haya sido muy benevolente con los excesos universitarios del conservador. Temo que, si usáramos el mismo filtro con todos los presidentes, pocos podrían superar la prueba del algodón y menos si se analiza con rigor su adolescencia o juventud, en la que seguramente todos habrán cometido algún exceso. 
En la serie, tras ceder al chantaje terrorista, emitían el acto sexual del primer ministro con el –mal denominado en este caso– cochino pero pedían a la audiencia que no lo viera. Con poco éxito, la verdad. Si se repite la misma situación, seguramente la biografía, titulada ‘Call me Dave’ (‘Llámame Dave’), será un bestseller. 

Presidentes y cerdos

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