Diez años con media vida en el bolsillo

E n enero de 2007 sucedieron unas cuantas cosas que acabarían teniendo su hueco en la historia. Hugo Chávez tomaba posesión como presidente, Rumanía y Bulgaria entraban en la Unión Europea y, en España, entraba en vigor la Ley de Dependencia. Pero ninguna de ellas nos cambiaría tanto la vida como la que pasó el día 9, cuando Steve Jobs presentaba en San Francisco un aparatito que se llamaba iPhone y que, sin nosotros saberlo, acabaría modificando por completo nuestra manera de comunicarnos.
El presidente ejecutivo de Apple había anunciado que se presentarían tres productos: un iPod –lo que venía siendo el reproductor de música de la casa– con pantalla táctil, un teléfono móvil y un sistema para comunicarse a través internet. Al final, se trataba, como el sandwich o el aceite que todo lo engrasa, de un tres en uno. En Microsoft, que andaban esos días liados con la inminente presentación del Windows Vista, se partieron la caja al saber que el aparato iba a costar 500 dólares, lo que lo convertía en el teléfono más caro del mundo. Y sin teclado. Seguro que hoy ya no se ríen tanto de sus colegas de la manzanita.
Lo cierto es que el iPhone cambió por completo ya no la manera en la que utilizamos el teléfono móvil, sino también cómo nos comunicamos con el mundo que nos rodea. Apenas nos acordamos, pero antes los teléfonos tenían una pantalla minúscula, lo justo para ver el número de quien llamaba, y todo era teclado. Era una época en la que el tamaño importaba, como ha pasado siempre, pero a la inversa: lo más molón era tener un teléfono diminuto, que casi cabía en el bolsillo de los vaqueros. Ese pequeñito que está pensado para las monedas.
En estos años se han desarrollado 15 modelos diferentes y se han vendido más de mil millones de unidades en todo el mundo, al impresionante ritmo de 400 cada minuto. Y, aunque en España su nivel de penetración no llega al 8% del mercado, lo cierto es que no está mal para un teléfono cuyo precio supera con creces el salario mínimo.
Hay que reconocer que los primeros aparatos no funcionaban demasiado bien. Hasta que aparece el iPhone3, que llega a España en verano de 2008, y empieza el despegue imparable de estos dispositivos. Luego llegarían los Android y los chinos. Han pasado solo seis años y ya ni nos imaginamos cómo sería nuestra vida sin un teléfono inteligente en el bolsillo. Los de Apple se han cargado las cámaras de fotos, los navegadores, sus propios iPod y casi cualquier otro dispositivo portátil. Porque todo está en el móvil. Sirve, entre otras muchas cosas, para pagar, hacer fotos, encontrar una dirección, escuchar música y ganar discusiones en el bar a golpe de wikipedia. Incluso hay quien asegura que hasta se podría utilizar para hablar por teléfono.

 

Diez años con media vida en el bolsillo

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