DEL BOSÓN DE HIGGS A LA COMADREJA FRITA

Andamos a vueltas con la precampaña –que en realidad es la postcampaña– electoral y escuchando consignas políticas que no habíamos oído nunca, del tipo “la culpa de que no hubiera pacto de gobierno no fue mía en absoluto sino de este otro”, y apenas queda sitio suficiente para dar cobertura a otro tipo de noticias. Las generales, las autonómicas y el aniversario de las locales, que está al caer, lo absorben todo como una de esas bayetas milagrosas que anuncian en la tele para cambiarnos la vida a través de secar mejor las encimeras. 
En este escenario, se nos podrían escapar algunas de esas noticias que parecen sacadas de páginas como El Mundo Today pero que, para delicia de quienes sabemos apreciarlas, son tan ciertas como que el Depor sigue siendo de Primera. Que ya es decir.
La cosa es que el Gran Colisionador de Hadrones del CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear, ha tenido que estar parado dos semanas justo cuando estaba a puntito de empezar a descubrir más cosas sobre la llamada partícula de Dios, el bosón de Higgs, cuya existencia confirmaron hace cuatro años. El motivo del parón no es una huelga de trabajadores, ni una puesta a punto del material científico ni tampoco falta de fondos; la causa es mucho más pequeña y bastante más peluda. Una simple comadreja –o eso dedujeron, puesto que el cadáver quedó tan carbonizado que hacía complicado practicarle la autopsia–, imbuida de una gran curiosidad científica, se cargó el colisionador al ponerse a roer unos cables. Gastamos millones de euros en seguridad, tratando de evitar atentados o accidentes, pero se nos olvida que no hay que menospreciar a ninguna criatura, porque hasta el ser más pequeño tiene importancia en la ecuación. 
Lo peor de todo es que ni siquiera es la primera vez que los bichitos se rebelan contra el CERN. La última fue en 2009, cuando un pájaro –esta vez el ataque fue por vía aérea– dejó caer un trozo de pan sobre los sistemas eléctricos, con idéntico resultado que la incursión terrestre. 
Arnaud Marsollier, responsable de comunicación de la organización, asegura que es normal que haya animalitos de por medio teniendo en cuenta que las instalaciones se encuentran ubicadas a las afueras de Ginebra, en plena naturaleza, y que no hay que darle mayor importancia, aunque ya hay quien ha querido ver una incipiente rebelión del bicherío por ir a perturbar su espacio vital. 
Solucionado el sabotaje del comando peludo, los científicos podrán volver a trabajar en sus experimentos, aunque el común de los mortales no acabemos de entender bien del todo la paradoja que supone construir un túnel de 15 kilómetros para encontrar una partícula tan diminuta. Confiemos en que no haya más víctimas inocentes, sacrificadas en aras de la ciencia. Descanse en paz la hermana comadreja. 

DEL BOSÓN DE HIGGS A LA COMADREJA FRITA

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