ANIMALADAS

Agosto es el típico mes en el que asusta el solo hecho de asomarse a las páginas de un periódico. No sé si es porque el calor nos vuelve más agresivos (sin que sirva como excusa), porque los becarios eligen las noticias más sangrientas, porque los políticos están de vacaciones y hay más sitio para los criminales que van a la cárcel o porque el mundo se ha vuelto definitivamente loco. Entre fiesta patronal y fiesta patronal y las páginas del tiempo, por si abre y se puede ir a la playa, un suceso. Desde el que mata con un hacha a su mujer hasta el que prostituye a su hijo de once años por internet. Un amplio repertorio de razones para abandonar definitivamente la esperanza en la especie humana. 
Pero no es la única especie con la que no somos humanos. Con los animales, muchas veces, dejamos claro que si hay un mal bicho somos nosotros. Los de dos patas y pulgar oponible. El año pasado se abandonaron en España 140.000 mascotas, entre perros y gatos.  El último que ha salido en los medios por esa triste razón es Kruggy, un perro que tiraron por encima de la verja de la protectora Os Palleiros, en Pontevedra. Lo malo, el abandono y las magulladuras; lo bueno, que se ha hecho famoso y le sobra gente que quiera adoptarlo, algo que no siempre consiguen todos sus compañeros. 
En este sentido, las redes sociales, con su capacidad para repetir una historia hasta que no queda nadie con un móvil o con un ordenador que no la haya visto, ayudan enormemente. Tanto para denunciar los casos de malos tratos o abandonos como para favorecer que el animal pueda tener una segunda oportunidad y acabar sus días con una familia que aprecie su compañía. 
Hay historias con final feliz, como la de Dana, una grifona que estaba en la perrera de Servigal desde hacía diez meses y que no era capaz de que alguien la adoptara. La atropellaron y estuvo coja durante semanas. Para alegría de quienes la estuvieron cuidando durante este tiempo, acaba de encontrar un hogar. 
Dana ha tenido suerte pero hay otros muchos animales que sufren porque muchos insensibles con dos patas y bastante menos cerebro no han calculado bien las consecuencias de comprar una mascota. Aunque dejemos menos pelos en el sofá, es al mal llamado ser humano al que le corresponden en este planeta la mayoría de las animaladas. 

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