50 SOMBRAS Y POCAS LUCES

Conste que he intentado abstraerme y mantenerme al margen, pero es imposible. No queda un rincón en el planeta en donde una persona no pueda enterarse de que han estrenado, a bombo y platillo, una especie de película llamada ‘50 sombras de Grey’. Si usted no se ha enterado, mi enhorabuena, porque será que es un espíritu puro. O eso o que vive más recluido que Bin Laden antes de que lo encontrara el ejército de Estados Unidos. El caso es que la cinta lleva ya casi ocho millones de euros de recaudación en su primer fin de semana en España, después de que haya pasado por taquilla un millón de personas.
Me descubro ante la campaña de marketing, tanto de unos libros como de una película que, vaya por anticipado, no pienso ver salvo un domingo de esos tontos de sobremesa que lo mismo te echas una cabezada con un documental de La2 que con un drama basado en una historia real.
Los críticos, ya se imaginarán, no la han puesto demasiado bien. El más generoso dijo que, como mínimo, le sobraban 40 sombras. La historia va de una rapaza más bien victoriana y modosita que conoce a un millonario que tiene dos armarios: el de los trajes y el de los látigos. Y, claro, acaba cayendo en el sadomaso y en ese lugar común femenino del “ya le haré yo cambiar”, que es incluso más peligroso que un tanga de cuero en pleno agosto.
Grupos feministas han puesto el grito en el cielo e incluso hay campañas para pedir que no se vaya a ver la película, pero también hay quien afirma que empodera a las mujeres. Lo más curioso es que elijan precisamente San Valentín para estrenar una cinta que, supuestamente, tiene poco de romántica y bastante de erótica, aunque el género fue calificado en su día como “porno para mamás”, que no sé si es un calificativo más insultante para el porno o para las mamás.
El final es lo de menos y, a decir de quienes la han visto, de dos horas largas de cinta, el sexo ocupa solo veinte minutos. Conclusión: mucho romanticismo y mucha invitación a que la gente se quede en casa para el porno. Por no verla, quiero decir.
Seguro que el que hombre que más está disfrutando con la película es el productor, que ha recaudado ya cuatro veces más de lo que invirtió. Para el resto, se trata solo de una película con bastantes sombras para gente de pocas luces.

50 SOMBRAS Y POCAS LUCES

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