¿Y SI PEMEX DICE NO A FERROL?

La pregunta no se efectúa, pero es evidente que pende del imaginario colectivo, incluso del PP, cuando destacados miembros del partido en el Gobierno del país, de la Xunta y de Ferrol no quieren ni planteársela. Un año de espera es tiempo largo en exceso para una comarca sumida en esta especie de implosión que parece habernos sorprendido a todos, incluidos los más optimistas. Pero es evidente que un fracaso en el esperado contrato con Pemex en relación con el flotel comprometido para los astilleros públicos locales sí propone otro tipo de interrogantes. Los hechos hablan por sí solos. De las conversaciones con la Xunta que derivaron principalmente en el compromiso para la construcción de dos floteles en Ferrol y Vigo, la principal conclusión a día de hoy es que la petrolera mexicana se ha hecho con un astillero –Hijos de Barreras– a coste reducido y que este es, en buena lógica, hasta ahora, el único que ha ganado algo. Pero la praxis empresarial responde a la más esencial lógica y la realidad, los hechos en definitiva, indican que el principal beneficiario del acuerdo no es otro que Pemex. La compañía mexicana se ha introducido de lleno en el mercado nacional de la construcción naval, ha accedido a una de las más demandadas necesidades de toda empresa, como es el conocimiento tecnológico, avalado además por largos años de experiencia en la producción civil mercante viguesa, y es evidente que detrás del lógico interés empresarial se halla siempre la obtención de unos beneficios, en ocasiones no exclusivamente económicos sino también, como se demuestra habitualmente, los que derivan del obligado intercambio tecnológico y de conocimientos que trasciende en dicho acuerdo.
Pemex ha encontrado, en múltiples sentidos, y solo teniendo en cuenta las anteriores circunstancias, un auténtico filón en Galicia para mejorar su demanda de nuevos buques orientados a su flota menor y, de paso, nutrirse de unos conocimientos y de una sobrada capacidad humana dirigidas a mejorar la competitividad de astilleros mexicanos. El tiempo transcurrido desde el momento en que se anunció que Navantia y Barreras harían de forma independiente dos floteles es más elocuente que cualquier otro tipo de análisis si lo que interesaba, o se pretendía, no era otra cosa que consolidar los verdaderos intereses de una empresa con un objetivo en el que Navantia ocupaba un papel secundario. Lo demás, es decir, los floteles, al menos en lo que a Ferrol respecta, puede por ello resultar superfluo. La incertidumbre que rodea el prometido contrato así lo indica si tenemos en cuenta que la iniciativa empresarial no siempre aborda un camino diáfano sino que, más que frecuentemente, recurre a rodeos, necesarios y obligados si lo que se pretende no es, en todo o en parte, coincidente con lo que se promete. La misma dilatación del proceso de adjudicación refuerza un planteamiento que cobra impulso. ¿Y si Pemex dice no a Ferrol? Pemex no puede decir no. ¿O sí?

¿Y SI PEMEX DICE NO A FERROL?

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