POBREZA Y EXCLUSIÓN

No es nada nuevo, ya que durante el largo periodo de la crisis económica que ha afectado a este país la distancia entre los que más tienen y los que menos no ha dejado de acrecentarse. Al menos una parte de la clase media –ocupe en la tabla un puesto alto o bajo– ha contribuido a nutrir esa cifra de casi trece millones de personas en situación de pobreza o exclusión social (672.000 en el caso de Galicia), según el último informe del Instituto Nacional de Estadística. Cómputos que, por lo que parece, no entran en la, por una vez, el habitual circunloquio al que nos tiene acostumbrados el presidente del Gobierno. Para Mariano Rajoy, los datos representan a un país que él no conoce, tal y como replicó a las interpelaciones del diputado Cayo Lara. A estas alturas, y a tenor de la respuesta, cabe preguntarse si ambos términos –pobreza y exclusión– no los habría entendido el titular del Ejecutivo central en el sentido que a él mismo le pudiese corresponder como responsable de la marcha de un país cuyas cifras económicas –es cierto– mejoran, pero una situación social que está todavía muy lejos de superar tan contundentes referencias.
Lo que sí resulta evidente, porque es la moneda en curso de todo político, es que al menos una parte de quienes están en esa situación son potenciales votantes, a muchos de los cuales se les puede incorporar las variables aritméticas del agotamiento, el desencanto, la incredulidad y, por supuesto, la indiferencia, con carácter además esta última biunívoca; vamos, que se corresponde en la misma proporción la que los potenciales votantes defraudados pueden sentir por una formación en la que quisieron creer como la que, por lo visto, siente el sr. Rajoy a la hora de no reconocerlos. Y es que, básica y esencialmente, no es otra cosa que esa lo que indica su reacción. Primero, porque los estudios no mienten y, si lo hacen, se orientan más hacia la disminución que hacia el incremento. Y segundo, porque, como ya le sucedió a Zapatero en su momento, el único precio de un café que conoce es el que sirven en el café del Congreso de los Diputados; y eso en el caso de si realmente echa mano al bolsillo el presidente del Gobierno o, finalmente, la cuenta se salda a fin de mes. La negación de lo evidente no se puede justificar mediante signos de una recuperación que está lejos de repercutir de una forma real en la calle, en la pequeña o mediana empresa, en el retorno a mínimos estándares de bienestar. Hay otro tipo de pobreza y exclusión, la que denota la incapacidad de asumir la realidad y que, por eso mismo, resulta excluyente.

POBREZA Y EXCLUSIÓN

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