Razones versus emociones

La vida de los españoles transcurre en un ambiente enrarecido, agitado podríamos decir. Llevamos a nuestras espaldas diez años de crisis y mucho sufrimiento y es verdad que la ciudadanía no tiene tiempo ni ganas de buscar responsables, solo ansiamos pasar página y recuperar una vida normal y sostenible que nos permita pensar más en el futuro que en el presente.
Algunos, no pocos, se levantan cada día pensando cómo llegar al siguiente. Es verdad que el Gobierno genera informaciones de que la crisis acabó y volvemos al crecimiento y lo es también que reconocen que el final de la crisis no llegó a todo el mundo. Ambas afirmaciones son ciertas. Los grandes números se recuperan, eso que llaman macroeconomía, pero los parados de larga duración, los pensionistas y los jóvenes no acaban de superar las dificultades.
Aquí está el nudo gordiano del problema. Aquellos que se encuentran en situación más desfavorecida no ven empatía del poder para con ellos y cada día ven más cruel su dolor y más inexplicable su situación. No quieren más razones, necesitan que se atiendan sus emociones. Se equivoca el Gobierno al cargar de razones la situación de la maltratada clase media dejando al margen otras variables que conforman el estado de ánimo de la población, lo que podría explicar la caída demoscópica del PP. No se puede vender el fin de la crisis sin que la ciudadanía perciba los efectos positivos de la nueva situación y reduce su planteamiento a un “si todo va mejor, ¿por qué a mí me sigue yendo tan mal?”.
Cuando este planteamiento se ha instalado entre la población, llegan los mensajes de la oposición para capitalizar el dolor y traducirlo en votos de castigo al Gobierno. Los populismos tienen aquí su caldo de cultivo y no dudan en obviar razones para instalarse en las emociones. Cometen el mismo error que el Gobierno, pero en sentido contrario. Con un planteamiento cortoplacista e interesado, la oposición alimenta ese sentimiento de sufrimiento y procura a los cabreados un discurso que consiste en decir lo que los sufridores quieren oír y reciben una rápida respuesta en forma de aplausos y adhesiones a sus propuestas que son más emocionales que racionales, pero rentables en las urnas y, sobre todo en las encuestas.
Es exigible mayor empatía al Gobierno y es detestable tanta demagogia de la oposición, que solo servirá para acrecentar el dolor y nos acercará a la desesperación. Les recuerdo que Podemos nos vendió Grecia como la panacea de la democracia y el empoderamiento del pueblo y el resultado fue el rescate del país y un recorte en las pensiones del 40%. Claro que ya nadie de Podemos habla de Grecia. Subir sueldos de policías, subir pensiones, dar salarios universales, subir sueldos de funcionarios etc. y todo al mismo tiempo no es posible y el que afirme lo contrario miente.
Cuando uno se fractura un tobillo primero se cura y después viene la rehabilitación hasta recuperar la funcionalidad. La economía se recupera con el esfuerzo de todos y el mayor sufrimiento de algunos, una vez rehabilitada llegará el momento de mejorar lo mejorable. Pescar en río revuelto dará resultado a algunos, pero nos perjudicará a todos. Razones o emociones, esa es la cuestión, las dos es lo deseable.

Razones versus emociones

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