Fertilidad laboral

Primero fue la presidenta del Círculo de Empresarios al decir que era preferible contratar mujeres que no estuvisen en edad fértil. Luego, el concejal de Hotaleza (Madrid), que despide a una mujer, alto cargo, argumentando que necesita “máximo rendimiento y máximo número de horas” y la directiva desea conciliar vida laboral y familiar.
Y ahora, para rematar este cúmulo de despropósitos, vienen los modernos y tecnológicos empresarios de Silicon Valley y proponen a sus empleadas pagar la congelación de sus óvulos para que la maternidad no interfiera en su trabajo. Helada me he quedado.
¿Acaso se han puesto todos de acuerdo para lanzar una campaña contra la procreación?
Vayamos por partes. Para empezar, en EEUU no tienen una pirámide poblacional invertida como la que tenemos en España, por no hablar de Galicia. La situación es simple: cada vez vivimos más tiempo y cada vez nacen menos niños. El hecho es claro como el agua, pero sus consecuencias son complejas. Esto supone un incremento en el gasto sanitario, poner en peligro el pago de las pensiones y hacer temblar el sistema de jubilación de los que aún estamos en activo y de nuestros hijos. Y esto por citar sólo algunas de esas complejas consecuencias. ¿Alguien duda hoy de la necesidad de que nazcan más niños?
Pero tampoco es adecuado ni justo culpar al empresariado, más allá de la torpeza de la presidenta del Círculo de Empresarios, que, por cierto, ya pidió disculpas. Tampoco creo que sea justo seguir penalizando a las mujeres por priorizar la maternidad. Para que las cosas funcionen, para que los empresarios sigan contratando mujeres sin preocuparse del estado de sus óvulos debemos esforzarnos en buscar las mejores condiciones para los unos y las otras. Y esta es una responsabilidad que debe liderar la Administración.
Si asumimos que el problema demográfico que tenemos es prioritario y que es urgente resolverlo es necesario pensar y aplicar medidas motivadoras. Sobre todo para los empresarios. Para que no duden en contratar a una mujer (¡cielos!) aún sabiendo que puede quedarse embarazada. Y esto se hace, por ejemplo, con incentivos económicos: desde los fiscales, hasta los relativos a la cotización.
Las otras soluciones: congelar óvulos, despedir a madres que quieren conciliar o dejar de contratar a mujeres fértiles, sólo contribuyen a crispar las relaciones laborales y plantear una dicotomía que ya debería estar erradicada: ser madre o trabajar.
(*) Carla Reyes Uschinsky es presidenta de
Executivas de Galicia

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