Waterloo en versión 2.0

MENUDA suerte tiene Oriol Junqueras, el presunto hermano gemelo de Miguel Durán, el de la ONCE, con que el juez haya decidido mantenerlo confinado en la trena. Allí lleva una existencia la mar de tranquila y puede dedicar
las 24 horas a su plan de vida favorito: ora et labora, es decir, a combinar las alabanzas al Señor y la Virgen de Montserrat con la redacción de su obra cumbre, “Cartas desde mi celda”. No tiene que preocuparse por nada: comida y cama aseguradas, un ratito para salir a pasear y que le dé el aire, gimnasio por si le da por saber cómo se ponen en forma otras personas... En cambio, el pobre Puigdemont no tiene ni dónde caerse muerto. Pretendía alquilar en Waterloo un casoplón de 550 metros cuadrados cuyo alquiler mensual cuesta 4.400 euros y ha tenido que renunciar porque no quería que se convirtiese en un lugar de peregrinaje. ¡Cuánta bondad! O será que alguien le contó que Napoleón paso de Waterloo a la isla de Santa Elena hasta el día de su muerte... Lo suyo tampoco sería tan duro, con diez años de cárcel estaría todo arreglado.

Waterloo en versión 2.0

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