El revelador efecto de la aprobación de la renta social


A Coruña ya tiene renta social. La pseudopeletera Silvia Cameán está feliz; ya puede encargar más folletos informativos –¿por cierto, qué será de los destinados a las personas afectadas por los desahucios?–. Bromas al margen, la aprobación de la renta social constituye un hito, pues, revela el nivel de compromiso de la Marea, nasía pa’ganá, con los coruñeses. Era una de las 25 medidas que prometió cumplir en sus cien primeros días de gobierno y en vez de esos tres meses y pico han transcurrido más de quince, pero sabiendo lo que la xente do común entiende por “de forma inminente” tampoco hay que darle mucha importancia. Según los cálculos más benignos, al aprobar la renta social, los mareantes ya cumplieron la mitad de sus promesas (12 de 25), así que para enero de 2018 deberían haber liquidado todas. No sería un mal ritmo de trabajo, pues tan solo habrían pasado treinta meses de los 48 que dura el mandato municipal; el problema es que cada vez parece más difícil no ya que permanezcan los cuatro años en el poder, sino que Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteria, llegue hasta la mitad de ese período como alcalde.

El revelador efecto de la aprobación de la renta social

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