Unos extremos que son muy sobones

Unos extremos que son muy sobones

dicen que los extremos se tocan y la afirmación debe tener bastante de cierto, porque Hitler y Stalin se comieron Polonia a dos carrillos y Franco y Fidel, con el Atlántico de por medio, se dispensaban un gran respeto. Marine Le Pen, que por sus ideas pegaría como celadora de un campo de concentración nazi, pretende que su partido tenga que someter a consulta entre los militantes las grandes cuestiones. Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias, que sería feliz como vigilante en el gulag soviético, ya impuso esa medida en Podemos. ¿Se tocan o no los extremos? Pues va a ser que sí. FOTO: marine le pen | aec

Unos extremos que son muy sobones

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