El comunismo llega al alquiler de los locales comerciales


EL Xabarín Club ya andaba danzando por la parrilla de la telegaita cuando algunos de los actuales concejales y asesores –¿o asesor, en singular?– de A Coruña no eran más que escolares que merendaban cantando “por fuciños por cacheiras”. Y les gustó el tema, ¡vaya si les gustó!, porque todo lo que sea meter los fuciños le encanta a la Marea, nasía pa’ganá. Lo ha metido en el mercado inmobiliario y no hay manera de que lo saque. Primero le dio por amenazar con comprar pisos y ahora por adquirir bajos comerciales. Un Ayuntamiento normal establecería unas ayudas para que los interesados en montar un negocio que careciesen de los recursos necesarios pudiesen hacer frente al alquiler, pero ellos, tan listos como son –¿o se creen?, sí más bien va a ser que se creen– han decidido que de subvenciones nada de nada; que ellos serán los caseros y que el comerciante les pague a ellos la renta. Puro comunismo, pero, eso sí, disfrazado con el uniforme de la xente do común. Porque Lenin está en la plaza Roja, que sino plantifican su momia en María Pita.

El comunismo llega al alquiler de los locales comerciales

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