DESDE EL RELLANO DE BATÍS CAMPILLO

La galería Atlántica acoge una nueva muestra de Batís Campillo, que lleva por título “Desde el rellano” y que ella explica, valiéndose del símbolo de la escalera, como llegada a la meta o a la altura donde se cumplen los sueños, pero estos siempre están en el aire circulando, girando como los astros y, como estos su viaje es imparable. Tal vez por ello, para poder expresar visualmente estas ansias, ha elegido soportes circulares con fondos de nebulosa o de cielos nocturnos, por los que navegan, solitarios, otros astros, entrelazados entre irregulares redes y mallas de rutas que se entrecruzan semejantes a venas, a líneas de mapas o como ramificaciones histológicas.
Todo ello muy simbólico, pero también muy plástico, pues trabaja cuidadosamente los empastes, crea arrugas abultadas, relieves carnosos, espesamientos matéricos, entre vibraciones muy matizadas de color. Los títulos: Lo intento, Dispersión, A dónde y para qué, Puntos en giro, Cambio de ciclo… aluden a este continuo desplazamiento, a este ir y venir de ritmos que se buscan, pero también de sosiegos que se añoran. Nos parece ver una profundidad estelar, con irisaciones de aurora boreal o de imagen de telescopio: profundos azules, violáceos tornasoles, grises de tormenta, rojizos de atardecer, granates de otoño, verdes oliváceos entremezclándose en tonos de baja saturación, que llevan el ánimo hacia la interiorización contemplativa, hacia la introspección en lo más íntimo y personal.
De hecho, la insistencia en el círculo, que es la forma geométrica que simboliza la perfección, sirve también como imagen de una conciencia que busca su centro y eso es lo revelan obras como I’m here, donde tres flechas apuntan o señalan a una circunferencia negra con un núcleo blanco, donde va escrita tal frase; tras ese rotundo disco se adivinan otros de suaves matices, rodeándolo o sirviéndole de amoroso nido, como una especie de mandala; las palabras de la pintora: “Estoy aquí consciente de mi particular universo, me muevo a veces, me pierdo para encontrarme de nuevo”, expresan la necesidad de reconocerse en el espacio cósmico, pero también y aún más en el mundo interior donde las ideas bullen como burbujas y flotan al albur de los vaivenes del pensamiento.
Toda la obra es una continua insistencia en la idea de cambio y que de la destrucción nace siempre algo nuevo y mejor, que todo caos es el principio de un cosmos; así el cuadro-círculo “En mil añicos”, compuesto de docenas de pequeños fragmentos o el que titula “Cuenta a cero”, al que ella misma le pone la leyenda “cerrar puertas te abre otras… reiniciar es la clave”. Y en clave de profunda ontología está escrita esta obra de B. Campillo, que inaugura, sin duda, una nueva y más fecunda etapa.

DESDE EL RELLANO DE BATÍS CAMPILLO

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