PRIMERAS FIGURAS DEL ARTE GALLEGO DEL XIX Y EL XX

Medio centenar o más de pintores y escultores gallegos de los siglos XIX y XX se dan cita en la galería Xerión, ofreciendo una amplia panorámica, que permite constatar la riqueza de motivos y la variedad de estéticas que han cultivado nuestros artistas, en los dos últimos siglos, originando, sin duda, uno de los períodos más fecundos de la plástica gallega. Nombres indiscutibles, como los de Laxeiro, Abelenda, María Antonia Dans, Rafael Úbeda, Arturo Souto, Mampaso, Lago Rivera, Francisco Lloréns, Leopoldo Novoa, Alfonso Costa, Patiño, Felipe Criado, Sucasas, Peteiro, etc, etc, permiten un encantado y, a veces, nostálgico recorrido, pues muchos de estos artistas han sido nuestros amigos, han compartido con nosotros horas mágicas y ya no están; tampoco están, a veces, los mundos que fabularon, de modo que sus obras son un recordatorio de lo que fuimos, de los dramas de nuestro tiempo o de sensibilidades irrepetibles.
Es el caso, por ejemplo, de los paisajes bucólicos de Imeldo Corral, de Francisco Lloréns o de Manuel Abelenda, donde una Galicia idílica de prados esmeralda, casales acogedores, arboledas y lejanías azules aparece con todas sus galas, en un sentimiento de la naturaleza casi animista. No están ya hoy las mujeres rurales atadoras de gavillas o vendedoras de queso que con tanta gracia pintaba María Antonia Dans; inútil buscar a pescadoras y mujeres del quiñón en que se inspiraba Xaime Falcón, ni las lavanderas de Collado que hacían del río un lugar de exultante vida; ni encontraremos a las peixeiras de Antonio Patiño, ni probablemente quedan ya tantas jocosas y esperpénticas criaturas, dueñas de un humor desmitificador, como las que pintaba Laxeiro. Pero esa es la grandeza del arte y esa es su misión: convertir en atemporal lo pasajero.
Pintores como Mampaso, eligieron el expresionismo abstracto para ofrecer ritmos y escorzos de huidizas luces y ráfagas negras; y otros como Lugrís Vadillo idearon veleros para expandir lienzos por las latitudes de todos los mares o los anclaron, como Alfonso Abelenda, en una playa, convertidos ya en apuntadas flechas de color turquesa hacia los altos cielos. Pequeñas figuras con aire de Buda de R. Conde, maternidades de M. Hernández, de Miguel Couto y de Lubián, tótems de la que suscribe, cabezas esquematizadas de Julio Sanjurjo, espacios cromlech de Novoa, figuraciones fantásticas de J. Castillo y Alfonso Costa son algunas de las muchas incitaciones que la muestra ofrece.

PRIMERAS FIGURAS DEL ARTE GALLEGO DEL XIX Y EL XX

Te puede interesar